Eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010 y la Roja de Marcelo Bielsa se enfrentaba, ese 15 de octubre de 2008, a la siempre difícil selección de Argentina, liderada por Alfio "Coco" Basile. Como nunca Chile le jugaba, de igual a igual a la albiceleste, creándose buenas ocasiones para convertir, en los pies de Jean Bonsejeur y Matías Fernández, aunque también en la cabeza de Pablo Contreras. Por el otro lado, la dupla Messi-Aguero, también hacia de las suyas, pero sin inquietar verdaderamente a Claudio Bravo. En eso estaba el partido, cuando, exactamente en el minuto 30, se produjo la jugada memorable de la escuadra chilena, que terminaría con casi 100 años de lamentaciones con nuestros vecinos. Todo partió desde el fondo, Gary Medel la cruzó para Hugo Drogguett, quien debió esforzarse para que el balón no saliera del campo. Luego, el lateral la punteó hacia el medio, para Marco Estrada, quien hizo un pared con Matías Fernández, y la volvió a jugar, ahora para Bonsejeur. El moreno tomó la pelota y avanzó, a toda velocidad, en dirección hacia la derecha del ataque chileno, pasándosela a Carmona. Este la controló y, de reojo, vio que Medel iba picando por la raya, así es que suavemente se la cedió, y el "Pitbull" desbordó y centró hacia atrás. El esférico llegó al corazón del área rival y ahí apareció como un rayo Fabián Orellana, quien se despachó un violento remate cruzado que se incrustó en las redes trasandinas. Un verdadero golazo, fruto de la acción colectiva de todo el equipo, que hizo delirar a los miles de fanáticos que llenaban en el Nacional. En el segundo tiempo Chile pudo haber marcado por lo menos dos goles más, pero Humberto Suazo, y Matías Fernandez fallaron en la estocada final. Y con el pitazo vino la alegría incontenible, ya que se había vencido a los argentinos por primera vez, en un partido oficial, todo obra de Fabián Orellana, que de ahí en adelante quedaría bautizado como el "El Histórico". /HDF Es quizá el gol más importante en la historia del fútbol chileno, por su trascendencia, ya que permitió un logro inédito y nunca más igualado, ser terceros en una copa del mundo. Ocurrió ese histórico sábado 16 de junio de 1962, ante un abarrotado Estadio Nacional, cuando la Roja se enfrentó a Yugoslavia por el premio de consuelo del mundial disputado en nuestro país. El partido había sido todo de Chile hasta los 20 minutos del primer tiempo, período en que había mostrado un juego atildado, sin presión y que lucia, por su fluidez en toda las líneas. Sin embargo, después los jugadores nacionales comenzaron a sentir el desgaste de un campeonato muy exigido, en el cual habían dejado el alma en cada partido. Se resintieron Jorge Toro, Carlos Campos y Mario Rodríguez, los que mermaron, en cierto sentido, la consistencia y funcionamiento del equipo. Esto estimuló a los europeos que equilibraron el duelo, aunque sin crear excesivo peligro en el arco chileno. Así, ambas escuadras aguantaron el cero hasta casi el final del partido, cuando vino la jugada que cambiaría todo el desenlace. Eladio Rojas recibió una pelota, casi en la mitad de la cancha y se fue en velocidad por el medio, ante la sorpresa de los defensas yugoeslavos, que vieron como el jugador chileno pasó como un celaje entre ellos. Y poco antes de llegar al área grande mandó un fuerte derechazo rasante, que por suerte rozó en Radakovic, lo que hizo desviar el balón y descolocar al golero Soskic, que nada pudo hacer para evitar la conquista de la Roja. Los jugadores nacionales estallaron de alegría y emoción, saltando con sus puños al cielo, mientras miles de personas tiraban sus cojines a la cancha aprobando la gesta de los seleccionados, que quedaría para siempre guardada en el corazón de los chilenos. /HDF Fue uno de los mejores goles de 2015, no sólo en Chile, sino también en Sudamérica, y tuvo lugar el 28 de marzo de ese año, en el marco de la final de la Copa Chile, entre la Universidad de Concepción y Palestino, que se disputó en el Estadio Fiscal de Talca.
Iban 10 minutos del encuentro y la escuadra penquista ya ganaba uno por cero, con autogol de Paulo Díaz, cuando una pelota aérea que iba en dirección al área universitaria es despejada por uno de los defensores del "Campanil", quien la rechaza en dirección al centro de la cancha. Gabriel Vargas, aprovecha el impulso del balón, espera que de un par de botes y, una fracción de segundos, ve que el arquero Melo está más adelantado de lo normal, por lo que le pega un zapatazo, desde 40 metros, que toma una curva bien alta y baja justo para depositarse en el arco del cuadro árabe. El "Arcángel del gol" corre a dedicárselo a la numerosa hinchada de la U de Conce, que estalla de emoción y alegría, mientras el resto de los jugadores lo abrazan y felicitan por el golazo que acaba de mandarse. Ese día la U penquista terminará alzándose con la segunda Copa Chile de su historia, al derrotar a Palestino por tres goles a dos, en un partido que alcanzó ribetes emocionantes en los minutos finales. /HDF Estadio Hernándo Siles de La Paz, es el 19 de octubre de 2004 y juegan Bolívar con la Universidad de Concepción, por la Copa Sudamericana de ese año. Corre el minuto 70 de partido y el equipo chileno pierde estrepitosamente por 4 goles a uno, con muchos errores defensivos, cerrando una muy baja actuación individual y colectiva. Una derrota que duele, porque con ese resultado el "Campanil" está quedando eliminado del torneo continental. De pronto, el balón llega a las manos del portero chileno Nicolás Peric, quien curiosamente estaba de cumpleaños ese día, el que rápidamente se apura para activar el juego de su equipo, sacando alto con sus pies. La pelota se impulsa más de lo normal, ayudada por la altura de la capital altiplánica, para luego dar un gran rebote en el suelo y salir nuevamente disparada, esta vez hacia el arco del portero brasileño del Bolívar, Manuel Machado, quien ve impotente como el esférico se le cuela por sobre su cabeza. Golazo de Peric y el segundo de la U de Conce ese día. Claro que no sirvió de mucho, ya que los penquistas volverían a Chile con las manos vacías. La Roja jugaba su noveno partido amistoso en 1980, todavía con el cartel de flamante vice campeón de América. El desafío era gigantesco, ya que se jugaba con la Argentina de Menotti, vigente campeón del mundo y que incluía en sus filas a rutilantes figuras como Ubaldo Fillo, Alberto Tarantini, Daniel Pasarella, Diego Armando Maradona (el mejor jugador del mundo en esos días), Ramón Luque y Ramón Angel Díaz, entre otros. Pero había una motivación extra ese día, era 18 de septiembre, nuestro día nacional, y además, se jugaba en Mendoza, con una buena cantidad de chilenos en las tribunas. Chile no había comenzado bien el partido, y los trasandinos se fueron como un vendaval sobre el arco de Oscar Wirth. A los 20 minutos Valencia sorprendía desde 25 metros al arquero chileno, y a los 41 Ramón Díaz anotaba con un perfecto toque sobre la estirada del mismo Wirth. La nota de esperanza la puso Osvaldo "Papudo" Vargas, a los 44 minutos, al marcar con un soberbio tiro libre que venció a Fillol. Tras el descanso Argentina volvió a machacar sobre el arco rojo, pero la zaga respondió bien con un Elías Figueroa monumental. Así llegó el mágico minuto 21, cuando Manuel Rojas recibe una pelota alta de Bigorra, en el borde derecho del área grande trasandina, la baja un poco exijida y se la puntea a Fillol, quien responde con una especia de manotazo elevado. En ese instante Sandrino Castec, quien estaba al acecho, en el área rival, concibe su obra maestra, espera que el balón baje y se manda una "Chilena" de ensueño, ante la mirada de sorpresa de Tarantini, que ve como la contorsión del delantero rojo produce un disparo imparable, que se cuela en lo alto del pórtico trasandino. Chile empata a dos tantos con el campeón del mundo y Castec corre como loco de felicidad a abrazarse con sus compañeros, en una postal inmortal. /HDF Ese día, 15 de junio de 2003, se jugaba uno de los cruces de sextos de final de los Playoff del torneo de apertura, entre Universidad de Concepción y Universidad de Chile. Era el partido de vuelta en el Estadio Ester Roa Rebolledo de la capital penquista (en la ida jugada en Santiago habían empatado sin goles) y tras 90 minutos de mucha emoción y goles los equipos estaban empatados a tres tantos. Por disposiciones reglamentarias del campeonato, para desempatar debían jugar dos tiempos de alargue de 15 minutos, pero con "Gol de Oro", así que el que marcaba ganaba y clasificaba a los cuartos de final. A los cinco minutos del primer tiempo complementario Mauricio Cataldo recibió el balón por la banda izquierda, sacó algo de ventaja a su marcador y de modo sorpresivo sacó un espectacular remate de rabona, justo en el borde del área grande azul. El brillante lanzamiento tomó una curva alta endemoniada, que pilló mal parado al meta Jhonny Herrera, quien sólo observó con impotencia como la pelota se le colaba por el rincón izquierdo de su arco. Los espectadores aplaudieron a rabiar la increíble jugada del jugador del Campanil, y que significó, finalmente, el término del partido y la clasificación de los penquistas a la siguiene fase. La obra maestra de Cataldo rápidamente recorrió el mundo, causando la masiva admiración de todos, de hecho la FIFA lo ha puesto entre los mejores goles de la historia del fútbol. /HDF Esa noche del 4 de julio de 2015, todos los ojos del país estaban puestos en el arco sur del Estadio Nacional. Eran los últimos instantes de la Copa América y Chile con Argentina definían a penales el título continental. Le tocaba el turno a los rojos, que vencían 3 a 1, gracias a la efectividad de Fernández, Vidal y Aránguiz; al yerro de Hugaín; y a la solvencia de Claudio Bravo, que había tapado el tiro de Banega. De pronto, las 50 mil personas que llenaban el coloso de Ñuñoa vieron con expectación que Alexis Sánchez caminaba hacia el área para patear su penal, mientas el meta Romero se agazapaba bajo los tres palos. El “Niño Maravilla” puso la pelota en el punto de castigo y tomó distancia. La tensión se sentía no solo en los jugadores, sino en todo el estadio, se estaba a punto de romper con años y años de frustraciones y victorias morales. El tocopillano tomó y botó aire, para sacarse la presión, y partió en su carrera hacia el balón. En esos segundos muchos chilenos que observaban por televisión se tapaban los ojos, otros no podían más de la emoción, sobre todo al ver que Alexis, con una suave picada, remataba al medio del arco, donde Romero no llegaba, ya que se había lanzado hacia su derecha. La pelota entró mansita en el pórtico argentino desatando la alegría de todo un pueblo, que aplaudió a rabiar a los once gladiadores de la “Generación Dorada”. HDF
El primer grito de gol chileno en un mundial ocurrió la tarde del 16 de julio de 1930, durante el debut de los nacionales en el Campeonato del Mundo realizado en Uruguay. Ese día Chile enfrentó a la selección de México, en un partido lleno de nervios para los “Condores Blancos”. Afortunadamente, todo saldría bien, de hecho, a los 3 minutos de juego los chilenos se mandan una gran jugada, recibe el balón Tomás Ojeda, quien corre por la banda derecha, supera al azteca Manuel Rosas y tira un centro, con mucho efecto, hacia el corazón del área enemiga. Subiabre pivotea la pelota de cabeza, para su compañero Villalobos, quien también la cede de cabeza, para que aparezca Carlos “Zorro” Vidal, quien patea un tiro rasante desde 12 metros, que supera la estirada del arquero mexicano Isidoro Sota. Es el primero de los tres goles chilenos que sellaron la también primera victoria de nuestra selección en la historia de los mundiales. /HFD
Uno de los tantos que aún perdura en la memoria colectiva de todos los chilenos ocurrió en el marco del Mundial 98, en Francia. Segundo tiempo del partido Chile-Camerún en Nantes, la selección juega un apretado partido con los africanos y necesita sólo un punto para pasar a la otra ronda. El marcador está empatado a cero y se produce una falta en favor de Chile, a una distancia de unos 25 a 30 metros. El Coto Sierra agarra la pelota y toma distancia, su rostro refleja un estado de concentración máxima, solo interrumpida por el pitazo del árbitro. Segundos después, manda un balón imposible que se cuela en un ángulo del arco camerunés, ante el éxtasis de la marea roja, que inunda el estadio. Sierra corre como un loco celebrando su joya, que va dedicada especialmente a su padre. /HDF Eliminatorias para el Mundial de España, es el 7 de junio de 1981 y Chile juega un áspero partido en Asunción contra Paraguay, ningún equipo regala nada y el empate a cero no se puede romper, pese a que los guaraníes golpean una y otra vez sobre el arco de Mario Osbén, quien salva su valla en varias ocasiones. La Roja apuesta sólo al contragolpe, para asestar algún grado de peligro, hasta que se produce el momento esperado por todos. Minuto 25 del segundo tiempo, el paraguayo Benítez se equivoca en la mitad de la cancha y le entrega la pelota a Gustavo Moscoso, quien se aviva y lanza una rápida habilitación en diagonal para Patricio Yañez, que agarra su característica velocidad por el lado izquierdo, un defensor albirojo lo persigue con todo su alma, pero el “Pato” le saca un poco de ventaja y ante la salida del “Gato Fernández”, cachetea la pelota con borde externo convirtiendo para Chile. Los jugadores de la Roja se funden en un emocionado abrazo, ya que la victoria deja casi pavimentada la clasificación el mundial y en las casetas del Defensores del Chaco, a Pedro Carcuro ya no le queda voz, luego de haber relatado con extrema pasión el tanto de Yañez. /HDF |