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Colección de Historias

1984, la UC recupera su prestigio de grande

11/29/2020

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En los años sesenta la UC se consolidó como uno de los clubes grandes del fútbol chileno al disputar con el "Ballet Azul" por lo menos cinco torneos oficiales (dos de los cuales ganó, en 1961 y 1966). Sin duda una década brillante donde se lucieron figuras como Behrends, Fouilloux, Ramírez, Prieto, Isella o Tobar, entre muchas otras. Los cruzados se acostumbraron a ser protagonistas y la fiel hinchada ingenuamente pensó que eso sería para siempre. Pero el destino diría otra cosa. 

Ya en la década de los setenta, todo ese bien ganado prestigio se fue diluyendo peligrosamente, producto del desorden directivo, malas decisiones y una serie consecutiva de nefastos rendimientos. De hecho, sólo en 1970 la UC logró un segundo lugar en el extinto campeonato Metropolitano (y luego fue cuarta en el torneo de honor). De ahí y hasta 1979, el elenco católico obtuvo dos séptimos puestos (1972-76); un décimo lugar, en 1979; y tres años bajo el casillero 10 (71, 77 y 78). Pero el peor momento fue en 1973, cuando tras terminar último el equipo de la franja bajó a la segunda división profesional. Fueron dos largos años en los "potreros", los que duraron hasta 1975 cuando, de la mano de Tito Fouilloux, se logró el anhelado regreso a primera.  

Tras el golpe que significaron los duros años en el ascenso la institución se replanteó un montón de cosas, la idea era reeditar los años de gloria y encantar de nuevo a los hinchas. Una clave de ese plan fue la llegada al directorio de la UC de Alfonso Swett (1978), quien se propuso, entre otras medidas, reorganizar y potenciar las divisiones cadetes, labor que se asignó a uno de los más distinguidos ex jugadores, Alberto Fouilloux, quien trabajó muy de la mano con su amigo y ex compañero, Ignacio Prieto. En ese sentido, fue determinante la decisión de que los equipos juveniles viajasen a Europa a disputar torneos cortos. Estas ricas experiencias le dieron roce a un montón de nuevas promesas como Francino, Olmos, Mardones, Yoma y Marchiono, Tan importante fue esto último, que muchos de ellos serían protagonistas de la brillante campaña del 84.   

Otra de las claves que impulsó la nueva mesa fue la de potenciar el primer equipo, para ganar en competitividad. Así, entre 1980 y 1982 se contrató a Pedro Morales y luego a Luis Santibáñez, con lo que fue configurándose un equipo lleno de grandes figuras, entre las que destacaban René Valenzuela. Miguel Angel Neira, Manuel Rojas, Eduardo Bonvallet y  Osvaldo Hurtado, Se habló primero del "Ballet cruzado" y después de los "Millonarios", por los altos sueldos que negociaron algunos jugadores. Sin embargo las enormes expectativas que se generaron en los hinchas y el medio no tuvieron su reflejo en los resultados (décimo puesto en 1980; octavo en 1981; y sexto, en 1982). Algo faltaba para que el proyecto de Swett comenzara a dar sus primeros frutos. La respuesta era tiempo, sólo tiempo. 

Se cosecha lo sembrado

Los primeros resultados de todo eso visionario proyecto que se inició en 1978 comenzaron a dar sus frutos en el invierno de 1983, lo que coincidió con la llegada a la banca de un hombre de la casa, hablamos de Ignacio Prieto. El "Nacho" era la persona ideal para el momento que vivía el club, ya que desde su arribo promovió a una gran cantidad de jóvenes, muchos de los cuales conocía a cabalidad, por su trabajo previo en series menores . Su idea fue plasmar un plantel que combinara mucha savia nueva, con otra importante dosis de jugadores con experiencia. Debía ser un plantel numeroso para enfrentar, de manera simultánea, diversos frentes de competición. Ahora, en cuanto al sistema táctico, Prieto incorporó muchas prácticas y tendencias de su paso por el fútbol europeo. En ese sentido, fue uno de los pioneros de la presión en la marca, por todo el campo de juego, lo que mezclaba con marcación zonal, dependiendo de las características del rival. Además, como en la formación titular había muchos jóvenes, en general se privilegiaba la dinámica y la técnica en velocidad, algo donde el preparador físico, Dario Sepúlveda, tenía un rol fundamental. 

La primera señal de que el equipo del "Nacho" estaba para cosas mayores llegó en la Copa Polla Gol del 83, donde la UC lideró el Grupo Norte, con 10 partidos ganados de un total de 18 (25 puntos). Y el buen desempeño se prolongó hasta la liguilla final, en la que los cruzados ganaron los tres partidos (frente a O´Higgins, Palestino y Cobreloa), consiguiendo un título después de muchos años de sequía. Ese logro les permitió sumar una buena cantidad de puntos -como bonificación- en el torneo oficial, donde acabaron en un quinto puesto (el mejor rendimiento en 12 años). Y además, permitió asegurar un cupo en la Copa Libertadores de América, a la que volverían, después de muchos años de ausencia.

1984, la idea se consolida

El hecho de haber encontrado un estilo y forma de juego, más la obtención de buenos resultados impulsaron notablemente el trabajo de Ignacio Prieto, quien comenzó a ver con mesurado optimismo las `proyecciones para 1984. Estas buenas sensaciones se re confirmaron con un nuevo título, esta vez fue la Copa de la República, torneo que se jugó entre enero y marzo y en el que la UC venció -en la final- a Naval de Talcahuano (1 x 0).  Algo que cobró aún más valor si se piensa que Universidad Católica no sumó nuevos refuerzos ese año, el foco estuvo en la renovación de piezas importantes como Aravena, Neira, Mardones, Valenzuela y Hurtado. 

A esa altura, el ambiente propicio para una gran campaña estaba al alcance de la mano. Un técnico que conocía bien al plantel, sobre todo a los jóvenes, a quienes motivaba y ofrecía reales oportunidades; un grupo que se sentía unido y concentrado en pos de los objetivos; y una confianza que crecía semana a semana, de la mano de los buenos resultados. Con esa combinación el éxito era inevitable.

La gran campaña 

Luego de ganar la Copa de la República el siguiente desafío de la UC fue disputar la Copa Libertadores, donde debía enfrentar -por el grupo 2- a O´Higgins de Rancagua, y a los bolivianos Bolívar y Blooming. El rendimiento en esta primera fase no pudo ser mejor, ya que el equipo finalizó en primer lugar con nueve puntos (4 duelos ganados, uno empatado y otro perdido). Ya en semifinales los cruzados se vieron las caras con dos de los mejores equipos del continente como Independiente de Avellaneda y Nacional de Montevideo. Luego de un gran empate con los argentinos, en Santiago, Católica perdió sus siguientes encuentros con lo que selló su eliminación del torneo. Ahora, pese a quedar fuera de la copa el hecho de haber vuelto a jugar contra cuadros importantes y a buen nivel dejó tranquilo al cuerpo técnico, que estaba muy interesado en que los jugadores jóvenes sumaran minutos en partidos de esa talla.  

En forma casi paralela a la Libertadores la UC debió disputar la liguilla del torneo 83 (en la que resultó en quinto puesto) y una nueva versión de la Copa Polla Gol, en la que figuraba en el Grupo Metropolitano, junto a los demás equipos santiaguinos. Al final de la primera fase los de la franja acabaron como líderes, con 19 puntos en 13  fechas y tan sólo un partido perdido. Luego, en semifinales, dieron cuenta de Green Cross, en partidos de ida y vuelta (3 x 2 final), lo que los instaló en una nueva final de ese torneo, esta vez contra Everton de Viña del Mar. Lamentablemente para la UC en ese última encuentro el Everton del Tata Riera les pasó por encima venciéndolos por un categórico 3 x 0. Dolió en el cuerpo técnico y jugadores esta derrota, pero de alguna forma les hizo replantearse algunas cosas que debían corregirse, sobre todo en la defensa. 

A principios de julio por fin se dIó el vamos al torneo nacional de primera división, que ese año presentaba muchas novedades, la principal es que había 26 equipos divididos en dos grupos (norte y sur), cuyos dos primeros clasificados deberían jugar una liguilla final por el título.

Todo partió mas o menos bien para la UC que en los dos primeros duelos empató 1 x 1 con O´Higgins y luego goleó a Green Cross 6 x 0. Después, el campeonato se suspendió por las Olimpiadas de Los Angeles, lo que aprovecha la Universidad Católica para viajar a España, donde disputaría un cuadrangular en Palma de Mallorca. Y no fueron a pasear, ya que consiguieron dos históricas victorias nada menos que frente al Real Madrid y Barcelona. Recién, a principios de agosto y con el verano europeo todavía fresco en la memoria se reanudó la competencia, y el regreso no fue bueno, el equipo cayó ante la U, en el clásico universitario. En la cuarta y quinta fecha vinieron un 3 x 1 sobre Trasandino y un empate con Fernandez Vial y tras cartón, una nueva derrota, ahora con Rangers. El equipo jugaba bien, pero todavía no alcanzaba la regularidad que esperaba Prieto, lo que se confirmó en los tres partidos siguientes (dos victorias sobre Coquimbo y Palestino y una nueva caída frente a Everton, el mismo que les ganó la final del Polla Gol). Era tiempo de "ajustar amarras" para navegar con mejor rumbo.

Una semana después algo hizo click en el equipo, ya que en los nueve partidos que siguieron no conoció de derrotas (seis victorias y tres empates), lo que permitió afianzarse en los lugares de avanzada (destacaron el 3 x 0 a O´Higgins y el 3 x 2 a la U). Esa importante racha se volvió a cortar, muy ligeramente, con el verdugo de todo el año, Everton de Viña del Mar. Pero, por fortuna, fue sólo una raya en el agua, ya que la UC ganó cinco y empató dos de los últimos siete encuentros de la primera fase, que terminó con Católica líder con 37 unidades (tres más que el segundo, Unión Española). 

A mediados de diciembre comenzó el mini torneo por el título y la UC llegó en buena forma, pese al gran número de partidos jugados en toda esa temporada. Quizá lo único preocupante era la lesión de Jorge Aravena, que se resintió en la goleada al Audax (6 x 1). Pero, a pesar de so, la convicción de lograr un título, después de largos 18 años movió a todo el plantel a sobreponerse al cansancio y a cualquier otro obstáculo. Había que hacer el último esfuerzo, ya que la meta estaba ahí, al alcance de la mano,  Y el equipo no arrugó:: 2 x 0 a Cobreloa, mismo marcador frente a la Unión Española y un dramático 0 x 0 con Cobresal fueron el corolario de una campaña agotadora e inolvidable que quedó grabada para siempre en la historia cruzada.

Era de noche ya ese 22 de diciembre de 1984, en el Estadio Nacional, y allí festejaba emocionado todo el equipo campeón, ese el de Cornéz, Espinoza, Marchioni, los dos Valenzuela, Neira, Mardones, Aravena, Olmos, Hurtado y Noble. Ese que le devolvió a la UC el prestigio de los grandes. HDF/jma 
  • En las imágenes de abajo algunas postales de la campaña 1984 (duelos con Audax, Unión Española, Huachipato, Universidad de Chile, Cobreloa, Rangers y Palestino). 
  • En el video adjunto, se recuerda el último partido con Cobresal (empate 0 x 0). 

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