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Colección de Historias

El super clásico inolvidable de 1977

12/11/2020

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El super clásico de ese domingo 17 de julio de 1977 era, como siempre, un partido especial, donde se ponía nuevamente en juego la tradicional rivalidad entre "chunchos" e "indios", esa que cobró vida propia en 1959, en aquella recordada noche en que Leonel Sánchez dejó "ciego" a Misael Escuti. Seguramente esta vez, y como antes, disputarían la vida en cada pelota y cada jugada, aunque ese año ambos equipos vivían realidades muy distintas. Cuando el torneo transitaba por el último tramo de la primera rueda Colo Colo ocupaba el segundo lugar de la tabla, tras un sorprendente Lota Schwager, mientras que la U apenas se ubicaba en la posición 13, con magras 11 unidades. 

Esa tarde el Estadio Nacional lucía imponente, con mas de cincuenta mil almas en las tribunas (algo que se veía desde hacía un buen rato). Había mucho ambiente, eso se notaba en cada rincón, a pesar del frío invierno santiaguino que ya se dejaba sentir a la hora del partido. 

Ya en la cancha desde el mismo pitazo del árbitro, Sergio Vasquez, se notó que el ritmo y la intensidad del juego serían distintos aquella jornada. De hecho, recién a los tres minutos, en una de las primeras intentonas albas, Julio Crisosto casi la embocó -de cabeza-, después de un ajustado centro de Ramón Héctor "Mane" Ponce. La pelota salió apenas desviada, lo que provocó el rugido de la parcialidad popular. 

En pocos minutos ya estaban presentes todos los ingredientes de un verdadero clásico: nervios, pierna fuerte, jugadas de peligro y emoción en las tribunas. Y los goles tampoco tardarían en llegar. El primero cayó a los 15 y de la forma mas impensada. Tras una ofensiva del cacique la pelota fue punteada por Manuel Pellegrini hacia su arquero, Hugo Carballo, quien intentó atraparla sin éxito, lo que fue aprovechado por Ponce, quien acechaba buscando algún descuido. Con el regalo en sus pies el delantero colocolino sólo tuvo que empujarla para que el balón entrara bien pegado junto al palo izquierdo del meta universitario. 

El duelo se volvió más intenso con el gol, ya que la U herida en su orgullo reaccionó con todo, en busca de la paridad, actitud que la dejó expuesta al contragolpe del rival. Así, a los 22 vino otro ataque blanco, el que pilló en evidente fuera de juego a Luis Díaz, pero inexplicablemente el juez de línea no se dio nunca por enterado, lo que permitió al volante albo fusilar a Carballo para poner el 2 x 0. 

Con dos goles en contra (uno regalado por el línea) no fue raro que los jugadores de la U cayeran en la ofuscación, más aún luego de que a los 25 Jorge Ghiso rematara fuertemente motivando una brillante manoteada al córner de Adolfo Nef. Y cómo de la ofuscación al descontrol hay sólo un delgada línea, un minuto después Vladimir Bigorra fue fuerte contra Ponce, lo que provocó una aparatosa caída del puntero. Cuento corto, Vasquez le compró al argentino y le sacó tarjeta roja al lateral azul (se justificaba sólo una amarilla), lo que agregó otro ingrediente más a la lucha. 

Pero las emociones estaban muy lejos de acabarse esa soleada tarde de invierno, ya que a los 31 minutos un tímido ataque laico fue desbaratado por Nef, quien, para sorpresa de todos, salió muy lejos de su arco eludiendo rivales. Hasta que pasó lo que muchos temían, el mediocampista azul Peralta le quitó la pelota al "Gringo" y envió un largo tiro hacia la portería de Colo Colo, el que fue entrando lentamente, ante la desesperación de los jugadores del cacique.  

Hasta ese instante lo mejor del partido era que no se jugaba en medio terreno, se pasaba de la defensa al ataque en sólo un suspiro, lo que generaba incesantes y peligrosas llegadas en cada arco. Esto último presionaba a las retaguardias, que muchas veces caían en errores que no se veían en otros partidos. Eso justo pasó a los 39, cuando luego de un preciso centro de Ponce, Pellegrini la metió en arco propio en su esfuerzo por impedir el empalme de Crisosto.  Era el 3 x 1, lo que parecía demasiado premio para Colo Colo y excesivo castigo para la U. que, contrario a lo que pudiese pensarse, se había envalentonado tras la expulsión de Bigorra. 

Los últimos minutos de la primera etapa fueron más de lo mismo, ambas escuadras saltándose el medio campo para ir como celajes en busca del arco opuesto. Colo Colo algo más pausado sabiendo que estaba arriba en el marcador y con un hombre más en la cancha. 

Emoción, goles y siempre algo más.

Cuando los equipos regresaron de camarines muchos pensaron que el vértigo y las emociones tenderían a la baja en lo que restaba del encuentro. Pero la verdad es que estaban muy equivocados. Al minuto de reanudada la brega Ghiso estrelló su remate en uno de los palos de Nef, lo que era una clara señal de que los azules iban por más. 
Pero Colo Colo no se amilanaría, porque a los 3 Crisosto llegó profundo motivando el rechazo con los pies de Carballo. Y a los siete, contestó la U, tiro libre para el chuncho y luego de un rebote la pelota le quedó "mansita" a Alberto Quintano, quien sin marca batió a Nef. Era el 3 x 2.  

A esa altura, el partido era sin pausa y los jugadores de ambos bandos corrían aleonados por el apoyo de sus respectivas hinchadas. A los ocho minutos Héctor Pinto se mandó un tiro de antología que dejó vibrando, por un buen rato, el travesaño de Carballo. Y a los 10 Gabriel Rodríguez se hizo expulsar tontamente cuando tras recibir un golpe repartió combos, a diestra y siniestra. Esta incidencia no evitó que a los 16 el portero azul debiera extremar sus capacidades para, en espectacular volada, enviar al tiro de esquina un zapatazo de Juan Carlos Orellana. 

A pesar de que Colo Colo era el que mas se había aproximado en esa parte del cotejo, la expulsión de Rodríguez activó psicológicamente a los azules. Y fue precisamente la U la que volvió a clavar otra banderilla, en el minuto 31. Córner desde la izquierda y el recién ingresado Jorge Neumann empalmó una preciosa volea de derecha que dejó a todos mirando en la defensa alba. Era el 3 x 3, ante la expectación de todo el Nacional. De ahí en adelante podía pasar cualquier cosa. 

Tres minutos después. en otro de los interminables centros de "Mané" Ponce la defensa de la U quedó entera mal parada, lo que permitió que tanto Crisosto como Orellana quedaran solos frente a Carballo. Y fue el zurdo de Barrancas el que levantó la pelota para lograr un nuevo tanto para Colo Colo (4 x 3).

Ya caía la noche en Ñuñoa, pero nadie se movía de sus asientos, todos ansiaban que el memorable duelo siguiera para siempre, con ese ir y venir incesante de ambas escuadras. Ya promediando los 40 minutos del segundo tiempo Nef tuvo que hacer grandes esfuerzos por evitar nuevas estocadas azules, en los pies de Salah y Neumann. 
Y tras cartón, en el otro pórtico, Ponce aprovechó una gruesa desconcentración de la zaga universitaria  para marcar el 5 x 3 con un bien colocado cabezazo, luego de un tiro de esquina. Con el quinto tanto la parcialidad alba explotó de desahogo y alegría, y en muchas partes del estadio asomaron las tradicionales antorchas, que simbolizaban el agradecimiento del público por una jornada memorable de fútbol. 

Y aunque quedaba algo más, ya que a los 48 Ghiso marcó el definitivo 4 x 5 (de penal), cuando sonó el pito de Vasquez, lo que reinaba en el Nacional, incluso entre las huestes de la U, era una sensación de felicidad y emoción por todo lo vivido esa inolvidable tarde-noche de domingo. HDF/jma

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La definición memorable de Everton y Unión, en 1951

11/24/2020

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Primeros días de enero de 1951, el calor del verano ya se sentía en Santiago, con muchos ya pensando en vacaciones y viajes a la playa. Pero lo que también ardía y mucho era el campeonato nacional de fútbol, que en su última fecha tenía a Everton y Unión Española igualados en el primer lugar, con 28 puntos, y, tras ellos, a Colo Colo, con 27 unidades. Si los tres ganaban ruleteros e hispanos tendrían que definir el título, tal como ocurrió en 1933, cuando albos y "Aguerridos" disputaron la corona en partido único. Y como la lógica en el fútbol también se da, los tres abrocharon sendas victorias. Everton dio cuenta de Iberia 7 x 0, la Unión le ganó a Ferrobadminton 3 x 1 y Colo Colo venció al Audax 4 x 1. Así las cosas, todo quedó en suspenso hasta el 14 de enero, fecha en que viñamarinos y rojos se verían las caras en el Nacional, para dirimir al campeón 1950.

Lo primero que llamó la atención el día del partido fue el lleno total que exhibía el coloso de Ñuñoa. Más de 40 mil personas colmaban las tribunas, a pesar de que los finalistas no eran equipos de alta convocatoria. Es que los santiaguinos percibían que la definición prometía calidad, buen fútbol y emotividad. Y la verdad es que no estaban equivocados.

Apenas comenzó a rodar la pelota la intensidad y el buen juego tomaron protagonismo, algo a veces inusual en estas instancias, en las que suela pasar que el nervio y la ansiedad nublan el alto rendimiento. Pero el que tenía más ganas era claramente la Unión Española, conducida brillantemente por Rojas, con Dunevicher curiosamente como franco alero derecho (posición inusual para él), y también con el aporte clave de Lorca y Cremashi. Ahora, a pesar de que la iniciativa era de los rojos su falta de efectividad en la última jugada siempre atentó contra sus opciones de llegar al gol. Aunque para ser justos la defensa auricielo tuvo un primer tiempo brillante, con un portero de gran seguridad como Espinoza y un bloque posterior siempre bien ubicado y de gran despliegue compuesto por Barraza, Torres y García. Quizá la mejor opción fue un cabezazo de Lorca que pasó muy cerca de uno de los palos del meta evertoniano. Así, con el marcador en blanco, se fueron los primeros 45 minutos, y aunque no hubo goles el público se quedó con buenas sensaciones del partido.   

Equipara Everton, pero sigue el cero
Si el primer tiempo fue de los rojos el segundo fue todo de los viñamarinos, que hicieron trabajar bastante al buen arquero hispano, Hernán Fernández. Primero fue una arremetida de Laurido, en la que el meta resolvió con prestancia y luego Ponce perdonó a la Unión, tras pase magistral de Hurtado. Los de Santa Laura lograron respirar un poco cerca de los 30 minutos cuando Cremashi erró el gol por centímetros, tras ir al rebote, después de un tiro de Armingol. 

Los últimos 15 minutos fueron de refriega y mucha tensión, ya que cualquier falla podía significar la derrota. En esos instantes el gran protagonista fue el árbitro inglés William Crawford quien no cobró un claro penal contra Ponce (a favor de Everton) y luego sancionó un dudoso fuera de juego cuando el hispano Lorca estaba en clara posición de gol. Luego de las polémicas no hubo más incidencias y el reloj avanzó inexorablemente hacia el temido alargue de 30 minutos adicionales. Cuando el juez pitó el fin de los 90 reglamentarios los 22 jugadores se desplomaron en la cancha, extenuados por el cansancio y la tensión acumulada. Incluso el público se dio una pausa, absorbido por la incertidumbre y el morbo de no saber cuál de los equipos marcaría la diferencia para llevarse la copa. 

Rápido desenlace
​Cuando comenzó el alargue ambos elencos saltaron a la cancha con la última ración de energía, Eso se notó por las imprecisiones, una mayor lentitud en el ritmo de juego e inevitables fallas en ambos lados . Pero todo cambió a los 13 minutos. Biondi quitó una pelota en medio terreno y rechazó hacia adelante, mientras los defensores de la Unión Ibáñez y Miranda quedaron adelantados. El balón le llegó a Ponce quien inmediatamente la cedió a Lourido y éste envió un ajustado pase -al espacio- para Meléndez., que corrió hacia el arco rival. Fernandez salió desesperado al encuentro de Meléndez, pero el nortino mostró toda su clase, ya que se frenó en seco y con magistral finta eludió al portero,  para luego ingresar al arco con pelota dominada. Un verdadero golazo, que motivó la ovación estruendosa de todo el estadio. Era el broche de oro para un partido inolvidable. 

Después del gol Everton cedió automáticamente el terreno y la posesión, y la Unión Española se fue con todo en busca del empate. Pero la desesperación de los rojos y la prolijidad defensiva de los ruleteros hicieron que el marcador no variara hasta el final del alargue. Y después, Viña entera explotó en un solo grito, por primera vez en la historia un equipo de provincia se proclamaba campeón del fútbol chileno. Un logro que también premió con un caluroso y emocionado aplauso el numeroso público que presenció el encuentro. Seguramente, muchos de ellos tiempo después tienen que haberle dicho a sus amigos y familiares: "yo estuve ahí el día en que Everton se tituló campeón, yo vi el golazo de Melendez., en tiempo de alargue...". HDF/jma  



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La U se adueña de Sudamérica

10/18/2020

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Mediados de diciembre de 2011, la Universidad de Chile domina sin contratiempos, tanto en el torneo local como en el plano internacional, algo que no se vivía en el fútbol chileno, desde el Colo Colo campeón de América de 1991. En el primer semestre del año los azules le arrebataron el título a la UC y cuando falta poco para que termine 2011 ya están instalados en semifinales, donde deben enfrentar a los mismos cruzados. El favoritismo del chuncho es total, principalmente por el nivel de juego, el acoplamiento de los jugadores y la confianza que reina en el plantel. De hecho la U no pierde un partido desde el 13 de julio.

Pero los buenos resultados también se han trasladado al campo internacional, donde la U ha desarrollado una Copa Sudamericana inolvidable. Entre agosto y diciembre ha jugado nueve duelos, ganando siete y empatando dos (19 goles a favor y sólo tres en contra). Un rendimiento notable, considerando que ha tenido que enfrentar a rivales importantes como los uruguayos Nacional y Fénix, los transandinos Arsenal y Vélez Sarfield, Vasco de Gama y Liga Deportiva de Quito. Es tan vistoso el juego de la Universidad de Chile que se ha transformado en el equipo de moda en todo el continente, incluso muchos hablan del "Barcelona de Sudamérica".  A esa altura, los laicos son los favoritos para quedarse con el título, sobre todo después de vencer, a domicilio (1 x 0), a los ecuatorianos de Liga,  en la primera final del certamen continental.

¿Cuáles son las claves de este gran equipo? 
Un año antes, a mediados de diciembre de 2010, asumía la dirección técnica de la U Jorge Sampaoli, técnico argentino de la corriente de Marcelo Belsa, el que en pocos meses y, con un método de trabajo igual o más obsesivo que su referente, logró armar un grupo único, que consiguió plasmar en el campo de juego un funcionamiento casi perfecto (mucha tenencia, recuperación incansable del balón y vértigo ofensivo). El sistema exigía concentración, destreza táctica y mucho despliegue físico -en todas las líneas-, por lo que llevó su tiempo dar con la alineación ideal. Pero ya con el título del Apertura 2011 se comenzó a vislumbrar ese 11 que todos los fanáticos muy pronto recitarían de memoria. Johnny Herrera en la valla; luego, una línea de tres con Osvaldo González, Marco Gonzáles y José Rojas; dos dinámicos laterales volantes como Matías Rodríguez y Eugenia Mena; dos mediocampistas de quite, pero también de buen trato con el balón como Marcelo Díaz y Charles Aránguiz; y un letal trío de ataque compuesto por Eduardo Vargas, Gustavo Canales y Francisco Castro. 

Esa mágica noche de diciembre
Pro volvamos a diciembre de 2011, mas precisamente al miércoles 14 en el Estadio Nacional., cuando, ante casi 50 mil personas, la U y Liga de Quito disputaban el partido de vuelta por la final de la Copa Sudamericana.  La hinchada azul estaba expectante ante lo que podía ocurrir en la cancha. Como casi nunca antes reinaba una confianza plena en el equipo y una certeza casi absoluta de que el triunfo quedaría en casa, haciendo realidad el sueño del primer título internacional.. La única duda provenía del campo de la superstición, ya que muchos hablaban de la "maldición del Estadio Nacional", ya que nunca antes un equipo chileno había logrado gritar campeón en el recinto de Ñuñoa. Pero esta supuesta mufa no estaba en la mente de los  11 gladiadores azules, que entraron al campo de juego a comerse a los rivales y a desplegar ese juego de toque, dinámica y efectividad que ya era su sello distintivo. Y el premio llegó al instante, ya que a los tres minutos Matías Rodriguez desbordó por derecha y su centro traspasó la defensa quedándole el balón justo a Vargas, quien remató de zurda, a la esquina derecha del meta Alexander Domínguez. El pueblo azul explotó de alegría desahogando la tensión y los nervios de la previa y al equipo le vino muy bien el tempranero gol, ya que se acentuó la confianza en los propios recursos, para ir luego sellando el partido y el título 

Cuatro minutos después la U amenazó de nuevo con una llegada masiva al arco ecuatoriano. Castro se lo perdió cuando quedó sólo frente al portero Domínguez, ya que su remate rebotó en el arquero visitante. En pocos minutos los azules ya copaban el campo, desplegando esa triangulación perfecta entre Díaz, Aranguiz y los delanteros. Poco, después, en el minuto 13, Rodríguez elevó su cabezazo, tras notable centro de Mena, cuando estaba en inmejorable posición. A partir de ahí, y hasta el minuto 35, el dominio azul se incrementó en tenencia y disposición, pero disminuyeron las llegadas claras al arco contrario. De hecho la siguiente opción clara de gol llegó a los 37, después de un remate de Rodríguez que el arquero de Liga contuvo, a medias, y que terminó en un tiro elevado de Mena..
La única llegada de los ecuatorianos fue a los 44, en un tiro libre fuerte y ajustado de Barcos que Herrera contuvo con alguna dificultad. Así terminó la primera fracción, que registró un 78 por ciento de posesión, en favor del equipo chileno, lo que habla de la notoria superioridad de los laicos.

El epílogo. Poco después de reanudado el match, a los 51 minutos, Aránquiz se internó por la banda izquierda y centró al corazón del área visitante, Castro hizo pantalla y la pelota le quedó a Canales, quien desvió de zurda con el arco a disposición. En esa parte del partido y cuando la U parecía perder el control del balón vino la torpe expulsión del defensa de Liga, Jorge Guagua, tras violenta agresión a Lorenzetti. Esta incidencia soltó más a los azules que, de ahí en adelante, se fueron con todo al ataque. A los 68 Canales remató violentamente y Domínguez despejó al córner, y a los 73, el mismo Canales quedó mano a mano con el portero y éste consiguió quedarse con la pelota. Tres minutos después, Vargas elevó su disparo luego de gran acción personal. A esa altura lo de la U ya comenzaba a oler a farra, pero las dudas se disiparían a los 79 cuando los azules recuperaron la pelota en el medio y Mena la cedió a Canales y este la traspasó a Vargas, quien se despachó un potente derechazo que no pudo asegurar Domínguez, lo que aprovechó Lorenzetti para convertir de zurda. Era el dos a cero a diez del final y con un hombre de más, todo parecía miel sobre hojuelas 

A los 82 y en un descuido de los locales Barcos elevó sin marca cuando ya Herrera estaba vencido, lo que provocó la ira de Sampaoli quien recriminó a sus jugadores, para que se enfocaran en la parte final del partido. Acto seguido en otra llegada azul Domínguez salvó un gol cantado de Vargas con soberbia atajada. Y tras cartón Barcos se lo volvió a perder desatando otro enojo del DT Azul, La cosa pareció complicarse aun más con la tonta expulsión de Rodríguez, que dejó a ambos cuadros con 10 jugadores. Fue el instante en el que un nervioso Sampaoli decidió matar el partido con la entrada de Diego Rivarola, lo que coincidió con la jugada magistral de la noche. Minuto 86, Vargas retrocedió en busca del balón y logró que Lorenzetti se la pasara, para luego adentrarse en área rival y burlar la resistencia de dos defensores. Y ya cuando sólo tenía en frente al arquero "Turboman" cacheteó el balón exquisitamente hacia su izquierda. En es instante sublime el estadio se vino abajo de emoción y alegría, borrando para siempre esa maldición imaginaria. La U era la dueña de Sudamérica, un sueño hecho realidad que jugadores y cuerpo técnico celebraron, hasta las lágrimas, junto a la querida y fiel hinchada.
Así terminaba esa noche inolvidable y mágica de primavera que quedó guardada para siempre en los corazones del pueblo azul. HDF/jma. 

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Torneo 1970, la final de la sopresa y la farra

6/26/2020

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27 de enero de 1971, un Estadio Nacional lleno hasta las banderas (más de 71 mil personas) recibe a Unión Española y Colo Colo que disputarán la tan esperada final del año, luego de que ambos elencos terminaran empatados en la liguilla por el título. La expectación es grande porque por un lado los hispanos han hecho todo el gasto siendo, sin dudas, el mejor equipo de la temporada (ganaron el torneo metropolitano luego el Nacional y finalmente finalizaron primeros en la liguilla). Y por otra parte, Colo Colo aspira a romper una sequía larga de siete años sin estrellas, aunque con un rendimiento con altibajos y dudas, de hecho clasificó a la liguilla con grandes esfuerzos. 

En los rojos de Santa Laura un peligroso dejo de cansancio, frustración y desánimo parece invadir el camarín, ya que el equipo iba con tranco seguro hacia el título, pero esa derrota con Everton, en la última fecha tiró todo por la borda obligándolos a jugar un partido de definición con los albos. En cambio en el cacique todo es buen ánimo y alegría, ya que hasta hace pocos días atrás el campeonato ya se daba por perdido. La farra de la Unión en la última jornada y el importante triunfo sobre Green Cross han revivido la esperanza y es seguro que en este último duelo irán, con nuevos bríos, en busca del triunfo. Eso sí la polémica no ha faltado en la interna más que nada por la intromisión del "Chita" Cruz en el armado del equipo, que ha dejado al DT Francisco Hormazábal literalmente "mirando para el techo". Esa "rebelión del camarín" tendría, si duda, efectos decisivos en el desenlace final. 

Colo Colo sale a la cancha con su mejor 11 (el once del "Chita"), esto es con Manuel Araya, en el pórtico; Aldo Valentini, Leonel Herrera, Rafael González y Gerardo Castañeda, en el bloque posterior; Sergio Ramírez y Humberto Cruz, en el medio; Juan Carlos Gangas, Víctor Zelada, Elson Beiruth y Leonel Sánchez, en labores de ataque. La única modificación importante es que Leonel le ha ganado el puesto a Carlos Caszely, quien ha sido marginado de la final por razones de indisciplina. 

En el lado contrario Unión Española salta al campo con su formación estelar, compuesta por Juan Olivares, en la valla; Remigio Avendaño, Juan Rodríguez, Raúl Angulo y Antonio Arias, en defensa; Carlos Pacheco y Pedro García, en medio terreno; y  Rogelio Farías, Eladio Zárate, Francisco Valdés y Leonardo Véliz, en ofensiva. 

Primer tiempo; estudio y equilibrio

La pelota ya rueda en el pasto del Nacional, en la gran final del año. Los primeros minutos de partido son de nervio e imprecisión, ya que hay mucho en juego. Pero es Union la que parece imponerse en el manejo de la pelota, a través del talento de "Chamaco" Valdés, quien es secundado por Rogelio Farías. A los albos les cuesta agarrar el ritmo, a pesar de los esfuerzos de Cruz y Sánchez por recuperar el balón y construir juego. Los rojos meten miedo con sendas incursiones de Zárate, pero Herrera y Gonzalez responden bien controlando las escaramuzas. Así estaba el duelo hasta que en la primera clara de Colo Colo (minuto 24) Sanchez se manda una jugada de aquellas y deja solo a Beyruth, quien con clase marca el primero. Los hispanos mastican rabia y frustración, otra vez hacen el gasto y reciben castigo, mientras que los albos rebozan de entusiasmo y confianza, es el mejor escenario para ellos, ahora esperarán firmes atrás apelando a la desesperación del rival y a la opción del contra ataque.

Los últimos veinte minutos de la primera etapa son de predominio rojo, que una y otra vez, pero en forma desordenada, van sobre el arco de Araya. Valdés, Zárate y Véliz intentan por todos lados, sin embargo siempre se encuentran con una muralla defensiva. El cántaro se rompe a los 43, cuando Pacheco encuentra el espacio y manda un zapatazo que se le cuela al "Loco" Araya. El empate es más que merecido, por lo visto en la cancha de Ñuñoa.

Beyruth hace la diferencia

Tras la vuelta a camarines se nota un cambio en Colo Colo, Sergio Ahumada ingresa por Juan Carlos Gangas lo que claramente habla que las intenciones del cacique son las de ir por el partido. Eso se nota en la cancha, ya que los albos se ven más seguros y sólidos, sobre todo gracias al juego de Leonel Sánchez, que pone la experiencia necesaria para este tipo de lances. Cada pelota que toca denota talento, claridad e intención de juego. Además, el "negro" Ahumada se transforma en una preocupación extra para la zaga roja, por su permanente merodeo y oportunismo. 

En la Unión Española todo es nervio y adrenalina, la igualdad conseguida por Pacheco les dio el aire que se les había escapado. Ahora hay que poner toda la carne en el asador e ir por la victoria. Es imperioso despercudirse de los ánimos fatalistas y demostrar porque Unión es el mejor equipo de 1970. 

Pese a todo, en esta segunda fracción, aparte de las amenazas e intentonas frustradas no hay grandes y decisivas opciones de gol. Ambos equipos se han neutralizado casi en en forma perfecta, lo que lleva el partido a un status de equilibrio e intrascendencia. No son buenos esos pasajes, es como si los 22 jugadores hubiesen firmado un pacto para esperar el alargue y en esa instancia volver a jugarse la vida. Y así efectivamente ocurre, ya que el pito del árbitro peruano Pedro Reyes (especialmente designado para la final, para que fuera más imparcial) decreta el fin de los 90 reglamentarios. Ahora viene un tiempo suplementario de 15 minutos por lado.

Cuando comienza el tiempo extra se nota en ambas escuadras la merma física, ya el juego no tiene ese ritmo e intensidad de otros pasajes. Aún así, parece que la Unión está mejor, ya que muestra más vértigo e intención, pero todos sus avances se estrellan con la marca fiera de la dupla Herrera/Gonzalez, que despeja cualquier peligro que llega al área colocolina. Luego, es el cacique el que se impone con la batuta de Leonel y el peligro incesante de Ahumada y Beyruth. Y es precisamente este último el que finalmente tuerce el destino del partido. Minuto 110, un largo rechazo de Cruz provoca el pique de Beyruth, quien es perseguido desesperadamente por Pacheco y Arias. El brasileño sacando fuerzas de no se sabe donde supera el velocidad a sus dos marcadores y enfrenta la salida dramática de Olivares, quien corre dispuesto a todo. Pero el carioca, mostrando todo su talento y genialidad, la toca magistralmente haca un rincón del arco hispano, superando la resistencia del golero. 

Lo que vino a continuación del gol fue emocionante, miles de colocolinos sacaron antorchas celebrando la agónica conquista. Es que después de años de sinsabores y problemas el elenco popular obtenía la tan ansiada décima estrella. Los minutos restantes de partido sólo quedaron para la anécdota con un rebosante Colo Colo y una desecha Unión Española, que solo quería que terminase la brega para olvidar esa auténtica pesadilla.

Ese fue el epílogo de otra jornada histórica en el Nacional, una que quedó para siempre como la tarde de la sorpresa alba y la farra de la Unión Española. /HDF JMA



  

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La "masacre de Santa Clara" en 2016

6/13/2020

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El calor y la humedad ambiente en el Levi's Stadium de Santa Clara (San Francisco) ese 18 de junio de 2016 parecía ya bajar algo en intensidad, algo ideal para que las más de 70 mil personas en el estadio pudiesen disfrutar del mejor fútbol. Es que el panorama se veía bueno, ya que por los cuartos del final de la Copa América Centenario se enfrentaban las selecciones de Chile y México. Los aztecas llegaban invictos (triunfos sobre  Uruguay y Jamaica, y empate ante Venezuela) por lo que estaban confiados en sacar un buen resultado. Además, ya habían vencido semanas atrás a Chile, por la cuenta mínima, en un match de preparación y estaban conscientes de que casi todo el estadio los apoyaría, porque miles de mexicanos se habían trasladado a esta ciudad para ver al "Tri".

Y en la vereda contraria la Roja arribaba a este duelo con una mezcla de sensaciones. Se había perdido justificadamente con Argentina en el debut, luego el equipo tuvo que extremar esfuerzos para doblegar a una porfiada selección boliviana; y en el último encuentro, se había vencido a Panamá, pero con algunas dificultades. En todo caso, en el cuadro chileno había una fe interna intacta, ya que esta generación siempre  jugaba bien este tipo de torneos. 

Ya desde que Heber Lopes, de Brasil, pitó el inicio del partido se pudo apreciar que chile tendría una buena tarde. Movilidad incesante, pelota a ras de piso, gran recuperación de pelotas y vértigo en el juego, todas facetas que se plasmaron, a sangre y fuego, desde los años de Bielsa. Por su parte, la selección de México se veía desorientada, le costaba seguir el ritmo de los chilenos y lo peor es que no tenía el balón. Así las cosas, a los 12 Puch encendió las alarmas en un desborde por la derecha. y a los 15 vino la primera explosión. Sanchez recibió por derecha y se la pasó a Aránguiz, quien retrasó para que Díaz, rematara al arco. El potente disparo hizo que Ochoa manoteara y, por suerte, le quedó a Puch, que convirtió con derecha. Se hacía justicia, porque, a esa altura, era más Chile.

Tras la apertura de la cuenta el "Tri" tuvo un amago de reacción, pero sus aproximaciones a la portería de Bravo siempre eran desordenadas y bien controladas por la zaga roja. En cambio, cada vez que Chile tomaba la pelota generaba verticalidad y peligro, lo que tenía mudos a los miles de mexicanos que masticaban el enojo y la frustración desde las tribunas. Incluso el segundo pudo llegar en los 35 tras brillante triangulación chilena que Vargas finiquitó en la boca del arco, pero el juez de línea sancionó fuera de juego. 

La presión chilena tendría su premio nuevamente a los 43 minutos. Bonsejeur de gran partido, la cedió por el lado izquierdo a Alexis que enfrentó a dos defensores aztecas cerca de la línea, habilitando con un preciso pase a Vargas, que se deshizo de su marca y convirtió en las barbas de Ochoa. Así terminó la primera etapa, con un sólido Chile que fue superior en todas las líneas a su rival, que tenía serias dificultades para encontrarle una vuelta al partido- 

El mejor segundo tiempo en muchos, pero muchos años

A la vuelta de camarines, Chile ya le había sacado la foto a los mexicanos, había que seguir jugando de la misma forma, así la victoria estaría a la vuelta de la esquina. Afortunadamente todo se facilitó con el tercer gol chileno, a los 49, tras una magistral doble pared entre Vidal y Sanchez, que éste último terminó con un derechazo desde casi el punto penal. Ese tanto fue letal para los mexicanos, ya que minó gran parte de la confianza que ellos tenían en sus propias posibilidades. Y de paso, agrandó la propia fe de la Roja que, a partir de ahí, copó toda la cancha con un juego de altísima factura. 

A los 52 se produjo un gran corrida de Vargas por el sector izquierdo que dejó a contramarcha a la defensa azteca y el delantero chileno culminó la jugada con un suave toque sobre la izquierda del Memo Ochoa. Era el 4x0 y faltaba todavía mucho partido. De hecho, sólo cinco minutos después  Alexis cedió para Bonsejeur en área rival, éste ganó linea de fondo y centró al medio para que Eduardo Vargas fulminara a Ochoa. A esa altura Chile era una máquina furiosa de buen fútbol y el "Tri" parecía un equipo novato que sólo servía de sparring.. 

Con el 5x0 en el marcador vino algo de calma para México, que era un equipo abúlico y apabullado, donde ya no quedaba nada de intención de juego. Aún así los norteamericanos tuvieron un par de buenas ocasiones, pero carentes de finiquito. Ahora, aunque Chile bajó un poco el ritmo pudo haber llegado al sexto tanto fácilmente, tras dos claras llegadas de Vidal. Sin embargo la tarde era entera roja en Santa Clara, ya que a los 73 minutos Vargas anotaba el 6x0 y quinto personal en una jugada increíble en que disparó casi sin ángulo, después de una brillante acción de Mark González por la izquierda y un rebote de Puch.

Era increíble, todavía faltaban casi veinte minutos de juego y ya la contienda había perdido sentido, además la humillación hacia los mexicanos era cruel y despiadada, ya que desde las tribunas sus mismos hinchas gritaban "olé" cada vez que Chile tocaba el balón. Las caras en la banca azteca eran de incredulidad, verguenza y tristeza, lo único que querían era salir corriendo del estadio y acabar con esa pesadilla. Pero aún faltaba más, ya que el séptimo tanto chileno llegaría a los 87, después de la enésima jugada colectiva entre la sociedad Vidal & Sanchez, que concreto Edson Puch, con una suave derecha sobre el portero.   

Cuando el encuentro terminó la alegría chilena era indescriptible, se había consumado uno de los mejores partidos en la historia de la Roja. Juego brillante, sin fallas y con una letalidad inédita. El resultado había limado todas las pequeñas fallas de partidos anteriores, lo que permitía enfrentar con renovada fe los próximos duelos de la copa. Quizá este partido, que pasó a llamarse la "Masacre de Santa Clara" fue el impulso anímico y futbolístico que le permitió a la Roja vencer después a Colombia y Argentina, para quedarse con la dorada Copa América Centenario. /HDF jma
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La U vence a O'higgins en el partido del siglo

6/2/2020

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20 de septiembre de 1999, fecha 28, se enfrentan, en el Estadio Nacional la U.de Chile y O´higgins de Rancagua. Los azules son punteros del campeonato, en su fase regular y con un rendimiento histórico, ya que llevan 26 duelos seguidos, en forma invicta (sólo registran una derrota con Colo Colo, en la segunda fecha). En la otra vereda está el siempre difícil cuadro celeste que, aunque ese año ha tenido una campaña más bien mediocre, tiene hombres como Mario Núñez y Jaime González que le pueden amargar la jornada a cualquiera.

Ya desde el primer minuto se nota algo distinto en el partido, los equipos van con todo al frente, sin ningún tipo de especulación ni estudio previo. El medio terreno es un pasadizo, ya que ambos conjuntos llegan, en uno u otro arco, con una facilidad asombrosa. Parece que se viene una lucha de aquellas en el pasto de Ñuñoa. Eso queda ultra confirmado entre el minuto 8 y 9, ya que primero Núñez abre la cuenta de zurda, tras un ajustado centro desde la derecha; e instantes después, Emiliano Rey empata de tiro libre, para la U, tras notable habilitación de Leonardo Rodríguez. 

Las ocasiones se suceden en ambos arcos de una manera vertiginosa y si no cambia el marcador es por culpa de los arqueros. A los 21 es expulsado Pablo Galdamez, por torpe manotazo aun rival y dos minutos más tarde un gran avance rancaguino, por la derecha, termina en una empalme suave de Núñez, que supera la resistencia de Sergio Vargas.  

El partido es tan bueno que las emociones no dan descanso. A los 25 se produce una falta para la U cerca del área celeste y Rodriguez con furioso derechazo marca el empate a dos. Las llegadas siguen sin pausa y a los 35 O´higgins ataca por la izquierda y González remata de zurda, la pelota se le suelta a Vargas y llega nuevamente Núñez, para decretar el 3 x2. 

Es tan entretenido el duelo que nadie se mueve de los asientos, todos quieren que el juego siga para siempre. Los equipos vuelven a quedar parejos en número de jugadores a los 39, cuando el celeste Rodrigo López se hace expulsar torpemente luego de tirar la pelota lejos. Así terminan los primeros 45, todo un torbellino de emociones, para el deleite del público.  

Más emociones y un final para la historia

De vuelta de camarines muchos pensaban que los equipos bajarían el ritmo de partido, por un natural desgaste físico de los jugadores. Pero nada de eso pasó, la emoción y el vértigo siguieron, incluso con mayor fuerza. A los 50 minutos, en la enésima llegada de O´higgins por el sector izquierdo del elenco azul se produce un desborde y un ajustado centro, para que González defina, con maestría, ante la salida del golero Vargas. La cuenta esta 4x2 para la visita y más de alguno en la galería ya sentencia el partido. Pero todavía falta mucho paño que cortar.

Minuto 54, se produce una falta cerca del área grande de O´higgins y Emiliano Rey le pone calco al tiro libre del primer tiempo, con una magistral zurda que se le cuela -junto a un palo- al arquero González. Ambas hinchadas están enfervorizadas, son demasiadas vivencias para una sola noche. Pero las llegadas y ocasiones perdidas no terminan, es más son incontables los goles perdidos en cada arco. Hasta que en el 73 llega el empate a 4 de la U, desborde de Valencia por la izquierda, que centra hacia atrás, para que conecte Rey de zurda. A esa altura jugadores e hinchas en las graderías están agotados de tanta adrenalina.

Entre el gol del empate a 4 de la U y el minuto 89 se producen, por los menos, ocho ocasiones de gol, cuatro en cada portería, lo que transforma los últimos minutos del partido en una verdadera lotería. Así llega el ultimo suspiro del duelo, tiro de esquina para la U, que lo sirve Cristián Castañeda, la pelota alta es cabeceada por el peruano Maestri y la pelota le llega a Rodriguez, quien fusila a González en la boca del arco. Los jugadores azules no pueden creerlo y corren como locos a abrazar al volante argentino, quien luego es expulsado por sacarse la camiseta. Es el espectacular epílogo de un partido único es su especie, de esos que se dan muy de tarde en tarde, pero que hacen de este juego una de las cosas más lindas del mundo. HDF/jma. 
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1933, la primera definición del fútbol chileno

5/23/2020

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Faltaba poco para las 17 horas de ese primaveral domingo 5 de noviembre de 1933 y en los Campos Sport de Ñuñoa había más de 4 mil almas que esperaban expectantes la gran final entre Magallanes y Colo Colo, la primera registrada en el marco del fútbol profesional. La verdad es que se esperaban cerca de 7 mil personas en el estadio, pero a raíz de la fuerte epidemia de tifus que afectaba a la capital los organizadores tuvieron que bajar el aforo para este trascendental encuentro. En todo caso era un público no menor, sobre todo porque el fútbol en esa época no era algo masivo y popular, sino una afición de algunos pocos. Además, no gozaba de grandes titulares en los diarios y el eco del juego sólo se limitaba a Santiago, de hecho, en regiones muy pocos estaban al tanto de lo que ocurría ese día en Ñuñoa.  

Ambos equipos llegaban a la crucial instancia con un rendimiento idéntico: 12 puntos en siete partidos y sólo una derrota. Los magallánicos habían perdido con la Unión Española, por tres goles a 2, en la última fecha; mientras que los albos se habían inclinado (3 x1), ante el mismo Magallanes, en la segunda jornada. Sin embargo, eran los "Aguerridos" los favoritos para quedarse con el título, no solo por la solidez institucional, sino porque el equipo era equilibrado en todas sus líneas y ya habían vencido a los colocolinos, lo que los aventajaba en confianza. En ese sentido sería vital el desempeño de jugadores como Ibacache, Vargas, Torres, Avendaño y Carmona. Por su parte, los del cacique sentían la superioridad de su clásico rival, pero también tenían fe en sus posibilidades, sobre todo porque en cancha estarían el arquero Roberto Cortez, Guillermo Saavedra y el goleador Luis Carvallo. 

Como el campeonato había terminado, en su fase regular, el ocho de octubre, ambos equipos tuvieron casi un mes para prepararse bien, de cara a la gran definición. Esto motivó a que ambos aspirantes a la corona se concentraran por varios días, algo inédito en el naciente fútbol chileno. los albos los hicieron en Apoquindo y los albicelestes, en Peñaflor. Es que había mucho en juego, sobre todo por la enconada rivalidad entre ambas escuadras, de hecho habían pasado sólo ocho años desde que un puñado de hombres se había escindido de Magallanes para fundar Colo Colo.

En la cancha se ven los gallos

A la hora señalada, el juez del partido, Carlos Fanta, marcó el inicio del trascendental duelo y los de Magallanes asumieron, de inmediato, el control de las acciones. En pocos minutos se sucedieron llegadas en el arco de Cortéz, sobretodo por parte de un pujante Avendaño. Colo Colo aguantó, a pie firme, esos primeros embates del rival y en la primera que tuvo marcó la diferencia. Fue una falta de coordinación entre Torres y Vargas que aprovechó Luis Carvallo para batir el arco de Ibacache. Iban seis minutos y Colo Colo estaba arriba, ante la incredulidad y sorpresa de los 4 mil espectadores.  

Los "Aguerridos", fieles a su apodo no se amilanaron con la temprana conquista alba y de ahí en adelante volvieron a someter a su rival, esta vez con un ordenado y vistoso juego. Los réditos se vieron muy pronto, ya que a los 10 minutos de partido Arturo Carmona lograría el empate para los de la carabela. Gol que puso algo de justicia, por lo que se había visto en la cancha. 

El resto de primer tiempo fue un monólogo albiceleste, Magallanes manejó el ritmo del partido y de no ser por la impericia de sus forwads (atacantes) se habrían ido al descanso por varios tantos de ventaja.

Ya en la segunda parte, la situación no varió tanto, Magallanes mostrando su superioridad y Colo Colo atrincherado en su zona aguantando las arremetidas de Carmona y Avendaño, el que presa de los nervios malogró por lo menos tres opciones claras de anotar. En tanto, solo en algunas ocasiones los albos se aventuraron hacia el arco de Ibacache, y cuando lo hicieron, se encontraron con la solvencia de Quintín Vargas y la fiereza del Arturo care´cacho Torres, quien tuvo un duelo aparte con Guillermo Saavedra. Ambos ya venían desde el primer tiempo pegándose encontronazos en la mitad del campo, pero siempre en el limite del juego limpio. 

Bien entrado el segundo tiempo, a los 70 minutos de juego, vino el desequilibrio del partido. En el enésimo intento ofensivo de los "aguerridos" el colocolino Clodomiro Lorca anotó en propia puerta, tras una serie de rebotes en el área del cacique. De alguna manera fue el desenlace lógico de un duelo donde hubo sólo un equipo que fue decididamente en pos de la victoria, con un juego armónico, vistoso y de gran dinámica. Era el boche de oro para una campaña corta, pero que tenía un gran significado para las huestes de la carabela, ya que con ese mismo equipo repetirían la gloria de ser campeones en los dos años siguientes. HDF/JMA
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La Unión aplasta a Santiago Morning 7 x1 y levanta su cuarta corona

8/3/2019

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10 de enero de 1976, el Estadio Nacional es testigo privilegiado de la jornada de clausura del torneo de primera división 1975. Esa tarde soleada de verano se enfrentan el líder, Unión Española y Santiago Morning. Los hispanos están tranquilos, con el empate basta para ser campeones, ya que su escolta inmediato. Deportes Concepción, se ubica dos puntos abajo en la tabla (los lilas enfrentan, en Collao, a Lota Schwager). Sin embargo, no hay que confiarse, ya que los bohemios recientemente han derribado a los mismos penquistas y lotinos, además de Colo Colo, con una simple y eficaz estrategia: sólida defensa y efectivo contragolpe.

En el "Chago", por su parte, reinan la apatía y una que otra dificultad, el equipo está en la mitad de la tabla y ya no entra en la liguilla ni peligra con el descenso, por lo que el plantel sólo desea terminar el año y salir a vacaciones. Además, el técnico, Enríque Cua Cua Hormazábal ya sabe que no sigue y el principal referente, Luis Cubilla se ha enemistado con el club debido a la contratación de su hermano como nuevo coach. Y como "guinda de la torta", dos emblemáticos jugadores de la V negra, Víctor Pizarro y Waldo Quiroz, ya tienen cerrado su traspaso a la tienda de Santa Laura, 

Apenas suena el pito los rojos de Santa Laura se van como leones haca su presa. La idea es asegurar luego el match, para después esperar tranquilamente el cierre del partido y así alcanzar una nueva y bien merecida corona, la cuarta en su historia. Los primeros minutos son infernales para la visita, entre Spedaletti, Miranda y Arias hacen pasar susto al meta Adán Godoy. Y de tanto machacar, a los 12 minutos la Unión llega al gol, gracias a un zurdazo terrible de Antonio Arias, tras habilitación de Palacios.
La apertura de la cuenta tranquiliza al puntero, que se saca la presión inicial y comienza a disfrutar del juego. El Morning siente la estocada e instintivamente toma la iniciativa por algunos minutos, pero todo es un fugaz espejismo.  El segundo  no tarda en llegar, desborde extremo de Palacios que centra al medio, para que Gaete empalme con tiro arrastrado. es el dos por cero. 

El segundo gol es una daga para el "Chago", que rápidamente baja las brazos, abriendo el apetito de los locales Un minuto después Miranda habilita a Spedaletti, éste se mete "hasta la cocina" eludiendo defensas y dispara, Godoy la deja botando y Véliz conecta para el tercero. Y tres más tarde, Berly se la quita a Pizarro y cede para Véliz que arranca por la derecha.y, al llegar al área, remata fuerte. El arquero contiene a medias, Spedaletti pasa de largo y aparece Miranda para anotar el cuarto. 

A esa altura Santiago Morning está medio grogui, pero aún así reacciona por instinto. Y en eso, Cubilla es derribado por Arias, en el área, y el referí cobra penal. La sanción es convertida en gol por Pizarro en doble instancia.

El partido no tiene pausa, tres minutos después Véliz centra, por enésima vez, y Spedaletti empalma magistralmente.para vencer a Godoy. Van 39 minutos de juego y el marcador está 5 por uno, ante el delirio de los espectadores que aplauden a rabiar el desempeño de los jugadores. Así, con el corazón al tope, termina la primera etapa. 

Segundo tiempo, más goles y una nueva estrella

Tras la vuelta de camarines, todos piensan que la dinámica tomará algo de respiro, no se puede pedir tanto. Nada de eso, a los siete minutos vuelven los festejos. Arias recupera en el fondo y le tira un pase largo a Véliz, que se manda por la banda izquierda superando a todo el que le sale al camino. El veloz tranco del zurdo termina en las barbas de Godoy que le sale a achicar, en forma desesperada, pero Véliz aplica un toque suave y la pelota sobra a todos, pero no a Miranda, que llega para empujarla, en la boca del arco.

El último gol de la tarde se produce a los 64 minutos de partido, Miranda elude a Rubilar y envía centro pasado, para que Spedaletti empalme con un certero cabezazo. Es el 7 a uno y el broche de oro para una jornada inolvidable para los hinchas hispanos, que de ahí hasta el final del duelo se dedican sólo a festejar, desplegando innumerables lienzos con la leyenda "UNIÓN CAMPEÓN 1975". La catarsis roja no tiene freno, ha sido un título difícil, logrado con sangre, sudor y lágrimas. Los fanáticos invaden la cancha y los jugadores corren hacia la banca para abrazar al técnico, Luis Santbáñez. Es el feliz epílogo de un año espectacular de la Unión, que volvería a repetirse dos temporadas después. /JotaEme
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Sudamericano de 1955, Chile demuele a Ecuador 7 x 1

6/21/2019

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Es la tarde del domingo 27 de febrero de 1955, se juega el partido inaugural del XII Torneo Sudamericano de 1955, en Santiago de Chile y cerca de 40 mil fanáticos copan el Estadio Nacional, ansiosos por ver el triunfo de la Roja, ante el débil Ecuador. Hay confianza en la hinchada, ya que la selección se ha preparado como nunca para ir por el título continental. El resultado ha sido un equipo -dirigido por Luis Tirado- que juega bien, con figuras ejemplares como Hormazábal, Meléndez, Cortéz y los hermanos Robledo.
Por su parte, al frente hay un rival que que sólo apuesta a no perder por tanto (Ecuador, por esos años, era unos de los conejillos de indias del fútbol sudamericano). 

El inicio del encuentro es tenso, hay nervios en los jugadores rojos que tienen la presión natural del debut. Eso se nota en algunos pases imprecisos y en las instrucciones constantes que vienen desde la banca. La solución llega casi a los 20 minutos de juego, cuando "Cua Cua" Hormazábal cumple las órdenes del técnico y se adelanta para acompañar a los atacantes. El cambio se nota, ya que automáticamente el equipo se suelta. Y los goles llegan, a los 28 el mismo Hormazábal anota con un tiro alto, tras un rechazo de la zaga visitante; a los 32 Guillermo Díaz se despacha un remate arrastrado que da en un defensa y descoloca al meta Bonnard; dos minutos después, "Cua Cua" llega a línea de fondo, centra y Meléndez anota en la boca del arco; y a los 36, Díaz marca el cuarto, después de gran acción personal..

A esa altura, el estadio es un carnaval, la gente aplaude a rabiar la exhibición chilena que en apenas ocho minutos ha sentenciado el partido, en una presentación contundente, y con juego a gran altura. En la vereda del frente los ecuatorianos están abatidos y con la mirada fija en el pasto, no entienden lo que les ocurre y sólo quieren que el primer tiempo termine ya. Pero la Roja sigue machacando y antes que terminen los primeros 45 Hormazábal encaja el quinto de la serie, causando el delirio de los espectadores.

El cierre de la goleada histórica
A la vuelta de camarines Chile sigue golpeando a la retaguardia ecuatoriana, Hormazábal corona su tarde magistral con un brillante remate, de media distancia, que infla las redes del equipo visitante. Y antes de los 11 minutos Jorge Robledo cierra  los goles chilenos con un preciso derechazo, luego de una gran habilitación de Meléndez.  

La situación es anómala, el segundo lapso recién comienza y Chile gana siete por cero. Este hecho motiva el relajo de los jugadores rojos y un notorio bajón en el nivel del partido, que pierde gran parte del atractivo. De ahí, en más, sólo se puede rescatar el tanto del honor para los ecuatorianos, en los pies de Villacreces. 

La goleada histórica de ese domingo de febrero de 1955 marcaba el inicio de una de las mejores campañas de Chile en la historia de los campeonatos sudamericanos, y que sólo se vería truncada por la derrota final frente a Argentina. /JotaEeme 







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Chile aplasta a Venezuela por 7 a 0, en 1979

6/2/2019

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29 de agosto de 1979, el frío del invierno se hacía sentir en Santiago de Chile, sobre todo para los jugadores de la selección venezolana, que estaban por salir a la cancha del Estadio Nacional, donde se jugaría el quinto partido de la Copa América .de ese año. Mientras tanto, en las tribunas, 70 mil abrigados chilenos esperaban ansiosos la salida de la Roja, ya que esa noche había que ganar, y por goleada, a los llaneros.

A esas alturas, la selección de Luis Santibáñez peleaba, palmo a palmo, con Colombia, el liderato del Grupo  A y, por ende, la clasificación a semifinales. Pero había un hecho que preocupaba al hincha nacional, ya que una semana antes los cafeteros habían vapuleado a Venezuela por cuatro goles a cero, lo que nos dejaba empatados en puntos, pero abajo en la diferencia de goles. Por eso, se necesitaba vencer, mínimo, por cuatro de ventaja. Es decir, había que matar o morir, ya que, más encima, en siete días mas se venía el último partido, precisamente con los colombianos..

Cuando los rojos asomaron por el túnel una ovación cerrada bajó por los cuatro costados del estadio, el apoyo incondicional se hizo sentir, eso lo palparon, de inmediato, los once gladiadores chilenos. que se movían ansiosos esperando el pitazo inicial. Instantes después comenzó el encuentro y el coliseo de Ñuñóa se encendió aún más, con la actitud de los jugadores locales, que parecían toros desbocados, en busca del torero. Los primeros minutos fueron un verdadero vendaval de juego, a cargo de la selección. que exhibió orden táctico, velocidad, coordinación entre líneas y efectividad impresionante. La primera explosión de gol llegó recién a los cinco minutos, Leonardo Véliz desbordó por la derecha y envíó un ajustado centro, Caszely pivoteó, de cabeza, hacia atrás; y Jorge Peredo, amagó y luego anotó con un derechazo a media altura.  El desahogo fue total, se empezaba de la mejor forma.

Chile no sacó el pie del acelerador y si no es por el arquero Vega, más goles habrían caído. El cántaro se rompió de nuevo a los 31 ,pase profundo de Rivas y Véliz que se arrancó por la banda izquierda y definió con suave toque de derecha. Nuevo estallido popular en las gradas del Nacional, ya iban dos y el público alentaba, a rabiar, por más espectáculo. Ya el temporal rojo estaba desatado y a los 38 Rivas convirtió el tercero con un espectacular globito, desde fuera del área, enloqueciendo a todo un país,  Así terminó el primer tiempo, la esperanza estaba más viva que nunca, pero además se había jugado a gran nivel. 

Cuatro goles más para una goleada histórica 

En la segunda etapa, ya antes de los 10 minutos Chile clavó la cuarta diana. Hubo un gran rechazo de la defensa nacional, que habilitó magistralmente a Carlos Caszely, quien se fue sólo hacia el arco rival. El chino eludió al portero, pero este le cometió foul antes que pudiera anotar el tanto. La falta penal fue transformada en gol por Carlos Rivas, quien encajaba así el segundo personal. Y seis minutos después, tras otro gran ataque de la Roja, Peredo agarró un rebote en el área y se despacho un zurdazo terrible que se clavó en el ángulo derecho del arquero Vega. 

Ya a esas alturas el conjunto visitante sólo deambulaba por la cancha del Nacional, como boxeador al borde del K.O. Pero llegarían todavía más goles, para completar la sed de triunfo de los jugadores chilenos. A los 72 Patricio Yáñez se mandó otro gran desborde por derecha y su preciso centro, a media altura, fue cabeceado, en gran forma, por Mario Soto, quien batió por sexta vez la valla venezolana. La serie la cerró el mismo Pato Yáñez, a los 80, de cabeza, marcando su primer gol en la selección.

La tarea estaba hecha y de sobra, Chile ganaba, y por goleada, superando a Colombia en la diferencia de goles. La Roja alineó es noche con Mario Osbén; Mario Galindo, Mario Soto, René Valenzuela y Enzo Escobar; Carlos Rivas y Manuel Rojas; Patricio Yáñez, Carlos Caszely, Jorge Peredo y Leonardo Véliz.

Una semana después, la Roja vencería a los cafeteros por dos goles a cero y sacaría pasajes para las semifinales, donde le tocaría enfrentar a la fuerte escuadra del Perú. Pero esa fue otra historia. /JotaEme

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