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Colección de Historias

1974, la Roja se pierde en el diluvio de Berlín

11/21/2020

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22 de julio de 1974, Mundial de Alemania, en el Olympia Stadion de Berlín Occidental la Roja enfrenta, por la tercera ronda del grupo A (primera fase), a la escuadra de Australia. Se trata de un duelo clave para Chile, ya que -en el papel- ganarle a los oceánicos no sería tan descabellado y de paso significaría una casi segura clasificación a la segunda fase (a esa altura la selección tenía un punto producto de la derrota con la RFA y un empate con la RDA. 

El primer tiempo muestra a un Chile en extremo especulativo, que cuida la pelota con celo y asume pocos riesgos. Pareciera que no es un equipo que debe ir por la victoria para pasar a segunda fase. Es más, Los jugadores parecen como amarrados, sin nervio ni sangre para salir a comerse al rival. Algo de rebeldía se ve en Quintano y Figueroa que gritan y parecen empujar a sus compañeros, pero sin mayor éxito. De hecho Elías tiene una opción de cabezazo, tras tiro libre de Reinoso, que se va desviado. A este modo frío de enfrentar el duelo se suma una lentitud en la salida que lo único que consigue es que los australianos se asienten bien el fondo, cortando el mediocampo chileno y cubriéndose bien el fondo. Aun así, Chile se las ingenia para intentar algo, sobre todo en los pies de Caszely, el que, en gran acción, apila varios defensas rivales por derecha y luego centra, al corazón del área. La pelota le queda en la cabeza a Reinoso, quien inexplicablemente y con todo el arco a disposición, conecta justo al cuerpo del portero Reily. ¡Increíble lo que se pierde Chile!.

La lluvia castiga el poco atrevimiento chileno
Cuando el árbitro iraní Jefar Namdar marcó el fin de los primeros 45 minutos los jugadores chilenos sabían internamente que no habían hecho una buena primera etapa, pero también pensaban - a esa altura- que quedaba todo el segundo tiempo para revertir la historia. El tema es que mientras ellos caminaban hacia los camarines la sabia naturaleza ya tramaba un plan para amargarle la noche a los chilenos. Y aunque parezca inverosímil así no más fue, porque apenas concluido el primer tiempo se desató un violento temporal sobre Berlín Occidental que hizo grandes estragos en la cancha del Olympia Stadion. Esto dificultó, en extremo, las aspiraciones chilenas, ya que cuando se reanudó el juego (tras 20 minutos de espera, para ver si amainaba el aguacero) se volvió difícil el control y manejo de la pelota, por las grandes pozas en varios sectores del campo. A esto se agregaron los frecuentes resbalones de los jugadores que muchas veces pasaban de largo o no podían hacer pie en el césped. Lamentablemente, esta situación favoreció al rival que se plantó bien atrás, para defender y apostar por el contragolpe. 

En este complejo escenario, Chile pasó de la fría especulación del primer tiempo a una gradual desesperación en el segundo. El equipo debía hacer un tremendo esfuerzo para luchar contra el rival, pero además con la acumulación del agua en la cancha, lo que era una molesta barrera, en la angustiante búsqueda del gol de la victoria. Con esas condiciones el partido se transformó en una lotería donde la viveza y la suerte pasaron a tener un rol gravitante. Así, a los 13 un rápido ataque de Australia dejó a uno de sus delanteros de cara frente a Vellejos, pero entre el empujón de Figueroa y la resbalada del atacante se salvó Chile de una inminente caída. Afortunadamente el referí vio más el resbalón que la falta de Elías. Y tras cartón, en una rápida jugada, un vivaz Caszely apareció sólo para eludir al arquero y marcar el ansiado gol para Chile. Inexplicablemente el juez marcó fuera de juego, cuando el goleador chileno estaba claramente habilitado. Pero como nadie reclamó la jugada quedó solo como una incidencia más.  

A medida que pasaban los minutos el agua no terminaba de caer en la cancha, lo que ya hacía prácticamente imposible hilvanar alguna jugada. A pesar de ello, en un veloz contraataque australiano por izquierda, Curran alcanzó a centrar, antes que la pelota se fuera por línea de fondo y Mac- Kay elevó en inmejorables condiciones. Y ya cuando el partido expiraba, a los 47, vino una clara opción para la Roja, que pudo haber valido la ansiada clasificación. Figueroa apuró desde el fondo para Reinoso, quien se inclino hacia la derecha y envió un centro bombeado al área australiana. El arquero Reily fue a cortar el centro, pero la pelota pesada y jabonosa le jugó una mala pesada y se le escurrió por su espalda, quedándole servida a Farías, el que plantó -ahí mismo- un derechazo, casi a boca jarro, que para mala suerte de Chile, dio plena en la cara del defensa Wilson, que custodiaba el arco, para luego quedar en posesión del rival. Farías se agarró la cabeza fastidiado por la mala fortuna, ya que pudo haber sido un gol histórico. 

De esa manera, mientras la lluvia seguía cayendo en Berlín y el pito del juez daba por terminado el encuentro se apagaba finalmente la ilusión chilena de seguir en carrera en el Mundial 1974.

¿Qué habría pasado si la Roja hubiese salido con otra actitud en la primera etapa?. A lo mejor se habría asegurado antes el resultado y la lluvia hubiese terminado siendo nuestro aliado. Desafortunadamente la historia se escribió en contra de las aspiraciones chilenas, un sino que nos persiguió por mucho tiempo y que sólo la generación dorada fue capaz de romper bien entrada la segunda década del siglo XXI. HDF/jma

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¿Por qué Chile no fue al Mundial 1934?

11/9/2020

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Corría abril de 1934 y en Italia se hacían los preparativos para le celebración, con gran pompa, de la segunda versión de la Copa del Mundo. El evento era todo un acontecimiento para la maquinaria fascista de Benito Mussolini, quien obviamente  había percibido, con su fino olfato, que el fútbol era una poderosa fuente de pasión popular y que podía ser un medio ideal, para difundir su nombre y el de su país a todos los rincones del mundo. El Duce no sabía nada de este nuevo deporte inventado por los ingleses, pero en poco tiempo se convirtió en un gran "tifoso" y se propuso organizar un campeonato nunca antes visto, el que naturalmente debía ganar Italia. 

Por esos mismos días, pero a miles de kilómetros de la península itálica, en Santiago de Chile, el futbol también iba ganando interés popular y, por ejemplo, ya se esperaba la organización del segundo torneo, profesional, que tendría al campeón Magallanes como el máximo candidato. Pero en el reducido ambiente local no sólo se hablaba de la nueva liga, sino también de las opciones de Chile, para acceder  al segundo mundial de fútbol, el primero en Europa.. Algunos sostenían que había que hacer causa común con Uruguay que había decidido no ir a Italia, en respuesta por el boicot de las potencias europeas en la justa de 1930. Y otros pensaban que era mejor no ir, dada la poca preparación del combinado nacional,, sobre todo después de su dura derrota con Magallanes, por siete goles de diferencia. 

En todo caso, la situación no era fácil, la federación había cancelado la inscripción a la FIFA y esta había decidido que tendríamos que eliminarnos con Argentina, en partido único a jugarse el 1 de abril, y con sede a dirimirse por sorteo (Santiago o Buenos Aires).. Días después, la asociación chilena solicitó la postergación del duelo para el sábado 14, aduciendo compromisos previos del torneo nacional. El panorama pareció aclararse, ya que la misma Asociación Argentina de Fútbol (AFA) aceptó la nueva propuesta de fecha, por lo que sólo restaba esperar el resultado del sorteo. Sin embargo, en el intertanto, la FIFA recibió una comunicación de la AFA, que señalaba que no podría asistir al torneo, lo que allanaba el camino para que los "Cóndores "Blancos" enfilaran hacia Europa. De hecho, ante la nueva eventualidad, Chile sólo esperaba la notificación para confirmar su asistencia. 

Pero la historia no acabaría ahí, a última hora un nuevo comunicado transandino mencionaba que sí podían asistir al mundial y que todo había sido un lamentable mal entendido. Este último episodio crispó los ánimos en ambas federaciones, sobre todo en Chile, que exigió jugar el sábado 28 de abril, en Santiago. Por su parte, los argentinos respondieron que el encuentro tendría que disputarse en Buenos Aires, el viernes 27 de abril. Así las cosas, y para mediar en la incómoda discusión la FIFA designó al comisario Jorge Ferri, quien curiosa y sospechosamente  validó la opción argentina del 27 de abril.   

El veredicto del comisario Ferri encendió de ira a la dirigencia chilena, que acordó, de manera unánime: no asistir al mundial, romper relaciones con la AFA y exigir a la FIFA el reintegro de la cuota de inscripción y el pago de una fuerte suma, a modo de compensación. Naturalmente, la FIFA nunca devolvió el dinero ni canceló ni la más mínima indemnización, lo que congeló las relaciones por un buen tiempo.
De hecho, por esta razón, Chile no se inscribió para el mundial de 1938. Es más, en esa instancia tampoco se respondió la invitación, vía canal diplomático, que hizo llegar la FIFA, como una forma de suavizar las asperezas que quedaron de 1934,  La situación vino recién  a normalizarse previo al mundial de 1950, al que Chile sí asistió. HDF/jma 


 



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El primer partido de Chile en un mundial

10/20/2020

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En el invierno de 1930, una bien preparada selección chilena enfiló hacia el Río de la Plata para disputar un torneo inédito para la época, el campeonato mundial de fútbol, que se disputaría en canchas uruguayas y que significaba una gran oportunidad, porque permitiría enfrentar, por ejemplo, a rivales europeos. Los "Cóndores Blancos" como se llamaba al equipo chileno, por esos años, compartía el grupo uno con México, Francia y Argentina, donde éstos dos últimos aparecían como los favoritos para seguir avanzando.  El primer duelo de Chile sería precisamente con los aztecas, escuadra de la que no se tenía mayor referencia, pero que se preveía como ganable, para el equipo. nacional, dirigido por el húngaro Jorge Orth.

El esperado encuentro del debut tuvo lugar el miércoles 16 de julio, en el Estadio Parque Central, al que llegaron  cerca de 500 personas (ese histórico día fallecía -en Chile- el ex presidente Juan Luis Sanfuentes). Chile formó con Roberto Cortés, en la valla; Ulises Poirier y Víctor Morales, en la zaga; Humberto Elgueta, Guillermo Saavedra y Arturo Torres, en el medio terreno; Carlos Schneeberger y Tomás Ojeda, por las bandas; y Carlos Vidal, Eberando Villalobos y Guillermo Subiabre, en ofensiva.


Apenas sonó el pito arbitral la escuadra nacional se fue con todo hacia el arco mexicano y la actitud rindió inmediatamente sus frutos, ya que a los tres minutos Carlos "Zorro" Vidal culminó una vistosa jugada colectiva entre Ojeda, Rozas, Subiabre y Villalobos. Y minutos más tarde, Subiabre casi anotó el segundo al estrellar el balón en el travesaño. El ataque chileno no se detuvo, ya que a los 16 Subiabre disparó y su tiro fue controlado por el portero mexicano Isidoro Sota, en gran acción.

Los norteamericanos poco a poco despertaron de su letargo y tras un córner, Amezcua tiró y su disparo rebotó en el horizontal de Cortes. Y poco después, un remate de Carreño obligó a una vistosa puñeteada del portero nacional. Eran minutos complejos para Chile, porque cedió el control de la pelota, aunque ello no impidió que Subiabre y Vidal armaran una gran ocasión. al final de la primera etapa, en la que lamentablemente terminaron estorbándose. Así las cosas, vino muy bien el término del primer tiempo, ya que era necesario que el DT Orth ordenara las ideas, reforzara la motivación y corrigiera algunas licencias defensivas. 

Recién iniciada la segunda fracción, a los seis minutos, Guillermo Saavedra despejó un ataque azteca y la cedió larga a Subiabre, quien burló a dos rivales y se le pasó a Villalobos, el que disparó al ángulo derecho del arco defendido por el meta Isidoro Sota. Instintivamente el defensa rival Manuel Rozas trató, de manera desesperada, interrumpir el tiro, con tan mala suerte que rozó el balón con su cabeza introduciéndola mansamente en la propia portería. Rozas quedaría inmortalizado esa tarde al marcar el primer autogol en la historia de los mundiales.
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El segundo gol fue un duro golpe para los mexicanos, que desde ahí tendieron al descontrol y al juego brusco, lo que facilitó las acciones para los chilenos, quienes persistieron, pero con intentos poco efectivos. Eso cambió a los 20 minutos cuando Guillermo Saavedra, la figura del partido, avanzó como 30 metros con pelota dominada, para luego cederla a Tomás Ojeda, quien rápidamente habilitó a Subiabre. Y el "Chato", como venía, plantó un fuerte derechazo, que afortunadamente rebotó en Rozas y le quedó servida a Vidal, quien sólo tuvo que pegarle fuerte para anotar su segundo gol y el tercero para la selección. Tras la tercera diana de Chile sólo hubo una que otra escaramuza, lo más relevante fue un derechazo de Vidal que se fue fuera rozando un poste. Y casi al final del duelo, el defensa chileno, Víctor Morales, sufrió una suerte de desmayo que lo obligó a salir de la cancha, por lo que el equipo blanco termino los 90 con 10 jugadores. 

Cuando sonó el pitazo final La alegría y emoción de los jugadores y de un puñado de chilenos en las tribunas era indescriptible, ya que el equipo, pese a no jugar un buen partido, se llevaba un victoria merecida y estimulante que quedaría enmarcado, con broches de oro, en la historia del fútbol chileno. HDF/jma  
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Pequeñas historias del Mundial 1962

6/14/2020

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A casi 60 años del mayor logro de nuestro querido fútbol chileno nos propusimos desempolvar esos pequeños episodios que, a lo mejor, quedaron olvidados en el cajón de los recuerdos. Hablamos de detalles, hechos fortuitos o momentos particulares que vivieron los jugadores de esa gran selección chilena que quedó inmortalizada en el tiempo.

1. Un lugar para entrenar y otro para alojar:
La Roja del 62 entrenaba todos los días en el ese entonces sencillo Juan Pinto Durán, cuya cancha principal y  otras instalaciones eran cuidadas, con tesón y esmero, por don Florencio Ceballos. En el lugar se habilitó una pieza con colchonetas y hamacas donde los futbolistas acostumbraban a pegarse unas siestas. El otro sitio importante era la casa donde los jugadores pernoctaban ubicada en Cristóbal Colón con Hernando de Magallanes, actual corazón de la comuna de Las Condes. El entrenador Fernando Riera seleccionó ese sitio por la tranquilidad y escaso ruido del sector, con el objeto de que el plantel pudiese tener un buen descanso. Hay que recordar que toda esa zona era semi rural en 1962. por lo que era ideal para concentraciones largas. 

2. Los niños de Juan Pinto Durán
Mientras se realizó el mundial fue muy común ver una gran cantidad de niños en Juan Pinto Durán, ya que los infantes llegaban en masa con la intención de ver o tocar a sus ídolos. El más molesto con esta situación era Fernando Riera, que no pocas veces terminaba correteando a los escolares para que abandonaran el complejo y dejaran trabajar a los jugadores. Una tarde retó a un grupo de chicos y los llevó a la salida, cuando de repente se escuchó una vos que decía: "¡Yo también Papá!"...Se trataba de unos de los hijos del coach de la Roja que estaba en el lote. 

3. Maneras de combatir el ocio
Como una manera de acortar los momentos de aburrimiento, que no eran pocos, los jugadores tuvieron una idea que terminó siendo todo un acierto. Se dedicaron a fabricar juguetes de madera para los hogares de menores, Algunos con más habilidades lograron productos de muy buena forma y calidad, que terminaron como joyas invaluables para los niños que las recibieron. 

4. Las "copitas de la final"
Después de ganarle a Yugoslavia los jugadores siguieron concentrados un día más, esperando que se jugara la final entre Brasil y Checoslovaquia  Como ya no había entrenamientos Riera les dio unas horas libres para que se relajaran, aprovechando que él tenía que abandonar el lugar para hacer unos trámites. Sin marca personal muchos futbolistas aprovecharon la ocasión para tomarse unas "copitas", aunque sin abusar. Después de un rato, tipos serios como Manuel Astorga y Alberto Fouilloux reían, cantaban y echaban tallas como nunca, lo que a más de alguno alertó por lo que podía pasar si el "Tata" los encontraba en esas condiciones. Afortunadamente, Riera llegó mucho más tarde y cuando lo hizo venía harto más contento que los jugadores. 

5. El partido olvidado de Chile
Siempre se habla del partido inaugural con Suiza; del match con los soviéticos, en Arica; del duelo del combo de Sanchez, con Italia;  o del encuentro final con Yugoslavia; pero muy pocos se acuerdan de la única derrota de Chile en el mundial, que fue contra la República Federal Alemana el 6 de junio, en el Estadio Nacional. El tema es que ambos equipos llegaron clasificados a esa contienda, por lo que sólo sirvió para dirimir el primer lugar de grupo que, a la postre, obligó a Chile a moverse de Santiago e ir a jugar a Arica. La selección nacional perdió en esa jornada, en quizá el match más bajo de la copa. Influyó el hecho de que tanto Toro como Fouillouix estaban lesionados, y que sus sustitutos (Moreno y Landa) no tuvieron una buena tarde frente a los germanos. El héroe de esa jornada fue la leyenda alemana  Uwe Seeler, quien se fabricó un penal a los 21 minutos -convertido por Szymaniak- (el arbitro vio un empujón inexistente de Navarro en el área chilena) y luego remató el partido, a los 83, con un tanto de su factura, tras gran acción personal. /HDF- jma

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El "Dublinazo" de 2006

6/6/2020

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La fría mañana de Dublin contrastaba, ese 26 de mayo de 2006, con el acalorado clima que se vivía en la concentración de la selección chilena, de gira por Europa. La situación era difícil de entender, porque un día y medio antes todo era alegría y satisfacción, ya que la Roja había vencido a Irlanda 1x0 (gol de Manuel Iturra) en un correcto partido disputado en Estadio Landsdonne Road. 

¿Que había pasado? en la madrugada de ese viernes mientras el entrenador de la Roja, Nelson Acosta se paseaba por las habitaciones de los jugadores escuchó risas femeninas y notó una puerta entre abierta, lo que inmediatamente llamó su atención. Y fuerte fue su sorpresa cuando al abrirla comprobó que había dos futbolistas (Mark González y Reinaldo Navia) con tres mujeres. El DT rápidamente ordenó que las damas se retiraran del hotel y exigió explicaciones a los dos involucrados, los que argumentaron que sólo estaban conversando y que ellas habían subido para pedirles unos autógrafos. La versión no convenció a Acosta, quién les advirtió que en la mañana vendría una conversación y posibles consecuencias. 

Esta confusa y bochornosa situación era aún más grave considerando que antes de iniciar la gira el cuerpo técnico se había reunido con el plantel, para dejarles en claro que no se aceptaría ningún tipo de indisciplina. Se trataba de un tema candente, ya que semanas antes Marcelo Salas y David Pizarro se habían restado de cualquier tipo de convocatoria, aduciendo que en los procesos de Acosta era común el desorden y la falta de disciplina.  

Tras conversar con Reinaldo Sanchez (presidente de la ANFP) Acosta tomó la decisión de excluir a ambos jugadores de los dos partidos siguientes (con Costa de Marfil y Suecia) regresándolos a Chile y dejando en suspenso si los volvería a llamar en el futuro. El adiestrador nacional estaba muy dolido con la situación, según él lo más difícil que le había tocado como seleccionador,

La voz de los jugadores

El mismo viernes 26 los jugadores en patota dieron una conferencia de prensa, en la cual manifestaron su disconformidad con la decisión tomada y expresaron su total apoyo a los afectados. Según ellos, se trataba sólo de un malentendido, ya que las chicas habían accedido a la habitación sólo para pedir un autógrafo de Mark González, quien estaba a punto de enrolarse como nueva figura del Liverpool. Además, señalaron que era estúpido hacer algo tonto, ya que se estaban jugando la opción de ser titular en la selección.

En la misma conferencia Luis Jiménez reconoció que él intentó mediar con el cuerpo técnico y dirigentes para que quedara en nada el castigo, pero se encontró con la negativa de ambas partes.
Además, los futbolistas criticaron severamente el actuar del timonel Reinaldo Sánchez, de quien dijeron había mentido sobre una supuesta presencia de alcohol en la habitación y, también, que se había dedicado a filtrar el episodio en los medios de comunicación.

La verdad asomó años después

Diez años después del episodio Navia contó algunos detalles desconocidos del famoso "Dublinazo". Según él, después del partido con Irlanda habían tenido un rato libre, que aprovecharon para salir de compras. El junto a Mark González entraron a un mall y éste último -como hablaba inglés- se puso a conversar con una chica, a la que invitó a que fuera al hotel. Más tarde, la mujer llegó al lugar de la concentración con dos amigas y se pusieron a conversar, pero no más que eso, hasta que fueron sorprendidos por Nelson Acosta.

En los dos partidos siguientes la roja, con el ese ambiente enrarecido, logró rescatar dos empates a uno, con marfileños y suecos. Quizá, a la larga, lo más negativo que resultó de este lamentable incidente fue que el América de México, se desligó de Reinaldo Navia, ya que este episodio de indisciplina se sumó a otros anteriores. HDF/jma


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La historia de Chile contra Perú en Copa América

6/30/2019

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ImagenPartido memorable, en 1955
El denominado "Clásico del Pacífico" tiene una rica historia en Copa América, plagada de partidos a muerte y buen fútbol. Entre 1935 y 2015 se registran 20 duelos, con ocho victorias para los chilenos, seis empates y seis triunfos peruanos.

El registro comenzó un 26 de enero de 1935, en el Estadio Nacional de Lima (ante poco más de 12 mil personas), en el marco del sudamericano extraordinario de se año, que se jugó en conmemoración de los 400 años de la fundación de la capital peruana. Ambos cuadros venían de amargas derrotas frente a Argentina y Uruguay,  En el caso del equipo chileno, un 1-4 lapidario frente a los transandinos y un muy injusto 1-2 con la "Celeste" (con penal brujo inventado por el árbitro). Comandaban ese plantel los veteranos de 1930, entre los que estaban Giudice, Schneeberger, Vidal, Carmona y el portero Cortez; quienes habían recibido algunas críticas por su falta de rigurosidad y preparación deportiva, en tiempos en que el profesionalismo recién asomaba en el fútbol criollo.. 

El encuentro entre chilenos y peruanos  fue entretenido y los rojos mostraron superioridad frente a los del Rímac, de hecho, el arquero peruano Valdivieso tuvo que trabajar bastante para evitar sendos goles de Schneeberger, Vidal, Giudice y Aranda. Lamentablemente en una arrancada los locales anotaron, con tanto de Morales y así concluyó el encuentro. La Roja termino última en ese certamen, con cero punto y tres derrotas, un castigo a la irregularidad mostrada en el juego. 

Un año más tarde, en el torneo tradicional celebrado en Argentina, Chile volvió a encontrarse con Perú, en un duelo muy disputado, en la cancha de San Lorenzo, que terminó en empate a dos. En Chile destacaron el defensa Schneeberger y el trio central compuesto por Avendaño, Carmona y Raúl Toro. Este último brilló con luces propias transformándose en goleador y máxima figura del campeonato. En esa edición, jugada por primera vez de noche, comienzan los cambios durante los partidos y es recordada porque Chile logra -por primera vez- derrotar a Uruguay, en partidos oficiales.

La historia de los duelos entre Chile y Perú prosigue en el certamen de 1939, jugado de nuevo en el país incaico. Fue la tarde del 22 de enero, en el Nacional Limeño,  y la Roja cayó inapelablemente por tres goles a uno, en su segundo match (había perdido 5-1 ante los paraguayos, en el debut). Ese día la defensa chilena compuesta por Lobos, Cortés y Córdoba soportaron las embestidas peruanas sólo el primer tiempo, ya que en la segunda fracción tres zapatazos del "Lolo" Fernández, estrella del equipo albirojo, cerraron el partido. El chileno Domínguez, de tiro libre, descontó al final del partido.
​Durante el desarrollo del torneo los jugadores nacionales se enteraron del terremoto de Chillán, lo que causó gran conmoción en la delegación chilena y obligó a un minuto de silencio, antes del duelo contra Uruguay.

Se afianza una leve supremacía chilena en los 40

Ya en en la década del 40 el "Clásico del Pacífico" tiene su siguiente versión en el campeonato extraordinario jugado en Chile, en 1941. El 9 de febrero de ese año en un repleto Estadio Nacional, ante 55 mil personas la escuadra chilena, comandada por el gran Sergio Livingstone, logró imponerse por la cuenta mínima, ante un difícil conjunto peruano. El desequilibrio se produjo al final del primer tiempo, tras un centro del alero izquierdo chileno Pérez que pilló desacomodado al meta Honores y se coló en la valla peruana. El equipo visitante buscó con desesperación el tanto del empate asediando por el resto del partido a la defensa nacional, la que tuvo que esforzarse por mantener la ventaja. Sólo el empuje emocionado del público hizo que los once gladiadores chilenos soportaran el incesante machacar de los albirojos, hasta el pitazo final. Chile terminaría ese torneo en el tercer lugar, tras Argentina y Uruguay.

Al año siguiente, en la cita de Montevideo, chilenos y peruanos se encontraron en el último partido del sudamericano, en el que se registró un insípido cero a cero. Chile venía de dolorosas goleadas por 6-1 frente a brasileños y uruguayos y, además, se había retirado de la cancha, en el duelo contra Argentina, ante los descarados cobros del árbitro, que validó dos penales inexistentes. 

Ahora, hay que ir al 9 de diciembre de 1947, en Guayaquil (Ecuador). Chile venía de un debut espantoso con Uruguay, que arrasó 6 por cero, con el joven y renovado cuadro nacional. La moral estaba baja, pero existía la convicción de sólo se podía mejorar. Y así fue, la Roja exhibió un juego armónico, consistente y sólido que siempre fue más que su rival. Ese día anotaron para Chile Sáez y Varela, y la gran figura fue Fernando Riera, que deslumbro como wing derecho. Algunos detalles de ese torneo: fue la primera vez que una delegación chilena viajó en avión y fue el debut en la banca de Luis Tirado, quien ya pensaba en el plantel que iría al mundial de 1950. 

14 meses después, en Sao Pulo (30 de abril de 1949), se produjo la primera caída fea, ante los peruanos, por Copa América. Fue en el penúltimo partido del torneo, Peru todavía peleaba en la parte alta con Brasil y Paraguay, mientras que Chile ya jugaba por el honor (tenía tres derrotas, un empate y una victoria). La cuenta fue 0-3, pero pudo ser mucho peor, de no ser por la portentosa actuación del "Sapo" Livingstone, que salvó por lo menos cuatro tantos más. Fue un verdadero festín de los delanteros incaicos que entraban por todos lados. Un dato curioso de ese torneo fue que por primera vez en la historia Chile perdió con Bolivia (2-3).

La tendencia se mantiene en los 50

El 4 de marzo de 1953, se jugó el octavo partido entre chilenos y peruanos por Copa América. Fue en el Sudamericano de Lima, Chile venía de una dolorosa derrota con los paraguayos (0-3) y de un histórico triunfo ante Uruguay (3-2). El encuentro termino sin goles, pero la gran figura volvió a ser Sergio Livingstone, quien incluso fue felicitado efusivamente por los jugadores locales. En esa selección chilena destacaban, también, figuras como Farías, Carrasco, Cremashi y Meléndez. 

Ya en el Sudamericano de Santiago, en 1955 (6 de marzo, en el Estadio Nacional), se jugó quizá uno de los encuentros más emotivos que se recuerde entre ambas selecciones por Copa América. La Roja acababa de debutar con un apabullante 7 por 1 a Ecuador, por lo que moral y la confianza estaban muy altas, aún más jugando de local. Al frente se venía una corajuda y difícil escuadra peruana que se batiría de igual a igual, sin complejos (ellos tenían más físico y eran más rápidos, mientras que en los chilenos había más sentido de equipo). Bueno, lo que se vivió ese día fue una epopeya de fútbol y emociones, que deleitó a las poco más de 42 mil personas que llegaron a Ñuñóa. Desde el principio, ambas escuadras se fueron, como fieras, en busca de la victoria, pero Chile mostró más inteligencia y efectividad. De hecho gracias a los goles de Manuel Muñoz y Jorge Robledo Chile logró irse al descanso dos por uno arriba. Ya en el segundo lapso, las cosas mejoraron aún más, ya que Enríque Hormazábal  y Jorge Robledo dejaron la cuenta 4-1. Pareció que sería fácil, pero el empuje peruano y las fallas en la zaga nacional hicieron realidad lo que se veía imposible. En pocos minutos los del Rímac metieron tres goles y emparejaron el duelo, cuando aún faltaban 15 minutos de juego. Afortunadamente, antes del final, apareció la habilidad de Jaime Ramírez para meter un zapatazo alto y asegurar la victoria, lo que tranquilizó a los angustiados hinchas que ya no soportaban la avalancha de emociones del partido. 
Chile llegaría segundo en ese sudamericano, tras perder en el último partido con Argentina, en un encuentro que comenzó con tragedia, ya que antes del inicio, una avalancha de personas que querían ingresar al estadio hizo que seis hinchas perdieran la vida.. 

Casi un año después, en Montevideo (9 de febrero de 1956), Chile se midió con Perú en el cuarto encuentro y el equilibrio de fuerzas siguió intacto. Duro partido para ambos y leve superioridad roja que, tras emotivos 90 minutos, logró imponerse 4-3, con goles de Hormazábal, Fernández, Muñóz y Leonel Sanchez, quien hacía sus primeras apariciones en los sudamericanos. Esa copa fue especial porque Chile venció a Brasil 4 por uno, en un gran partido jugado en el Centenario, donde brilló con luces propias el gran "Cua Cua" Hormazábal.  

La historia nos da otro partido en 1957, en el marco de otro sudamericano de Lima. El 16 de marzo de ese año la Roja cayó frente a Perú por uno a cero. Pero el resultado dio lo mismo, ya que en ese torneo la noticia fue la rebelión de los seleccionados, que demandaban mejoras económicas, y la indisciplina del plantel, que echó de menos la salida de Luis Tirado. A eso se sumó, a modo de anécdota, la invasión de los hinchas en el partido con Uruguay, en el que medio estadio se volcó a la cancha enfurecidos con los charrúas y vitoreando a los chilenos (a raíz de un injusto cobro en el partido anterior de Perú). 

El último partido de esa década tuvo lugar el 21 de marzo de 1959, en el marco del Sudamericano de Buenos Aires. Ese día chilenos y peruanos igualaron uno a uno, en un encuentro donde Chile jugó un excelente partido, pero careció de la efectividad necesaria para asegurar el match. Los albirojos abrieron la cuenta, al principio del segundo tiempo, tras una gruesa falla del golero chileno Coloma. Sin embargo, Mario Moreno equiparó la cuenta para la Roja, antes del pitazo final. La selección estaba por esos días iniciando un nuevo camino bajo la conducción de Fernando Riera, quien había renovado al plantel con nombres como Sergio Navarro, Jorge Toro, Raúl  y Leonel Sanchez, y Eladio Rojas. 

Viaje a los 70, sigue la paridad

Sin duelos por Copa América en los 60,  los Chile-Perú, en este torneo, se reanudaron el 16 de julio de 1975, en el marco de las eliminatorias del sudamericano de ese año. Aquel día, en un frío y semi vacío Estadio Nacional de Santiago ambas escuadran repartieron puntos en un 1x1 opaco para la Roja (gol de Julio Crisosto). Había frustración en los hinchas, después de la baja actuación en el mundial de Alemania y, además, la base del equipo provenía de la Unión Española, que estaba prácticamente diezmada de lesiones, después de final de la Copa Libertadores, con Independiente de Avellaneda. 
Un mes después, el 2O de agosto se jugó la revancha en Lima y los peruanos le pasaron por arriba al elenco chileno. El marcador final fue 3 por 1 (descuento de Reinoso), pero pudo ser mucho más amplio. Los locales, con quizá lo que quedaba de la mejor generación en toda su historia, nos superaron en todas las líneas. Para el bronce quedaron las tristes expulsiones de Araneda y Véliz, que dejaron al equipo con nueve hombres y motivaron la rechifla de todo el estadio.   

Cuatro años más tarde, en las semifinales de la edición 1979, Chile se cobró revancha, con un equipo de los mejores que recuerde su historia, con figuras como Mario Osbén, Elías Figueroa, Eduardo Bonvallet, Manuel Rojas, Carlos Caszely y Patricio Yáñez. El 17 de octubre, en un partido memorable, la Roja venció, a domicilio, con dos cabezazos fantásticos  de Caszely: y una semana después, sacó pasajes a la siguiente ronda, con un trabajado empate sin goles, en Santiago. La inolvidable campaña de la selección de Santibáñez llegaría hasta la final con aquellos apretados duelos con Paraguay, que terminaría coronándose, a pesar nuestro, en el último lance jugado en la cancha de Vélez Sarfield. 

​Los noventa, equilibrio a toda prueba

Tras una década de los 80 sin enfrentamientos, ambas escuadras volvieron a verse las caras en 1991, en el marco de la Copa América jugada en Chile. Fue el 8 de julio en Concepción, donde más de 30 mil personas llegaron hasta el viejo estadio de Collao, en medio de la lluvia y el barro. Los rojos vencieron por 4 a 2, en la victoria más abultada de Chile en toda la historia de duelos con Perú, por el torneo continental. Los goles chilenos fueron obra de Rubio,  Contreras y Zamorano en dos ocasiones. Pero no fue un partido fácil, ya que los albirojos estuvieron siempre presionando en el marcador, con descuentos de Maestri y Del Solar.

Dos años más tarde, un 24 de junio en Cuenca (Ecuador), el triunfo fue para los peruanos, que ganaron por la cuenta mínima, con penal convertido por Del Solar, tras una dudosa falta cobrada por el referí. Fue una noche negra para la Roja comandada por Salah, que sólo necesitaba un empate para clasificar a la siguiente ronda. Más encima, José Luis Sierra desperdició un penal que habría significado el desahogo chileno. 

En los 2000 domina Chile

Los dos últimos duelos entre Chile y Perú, ya en la segunda década de los 2000, marcan un claro predominio de la Roja, que coincide con la entrada en escena de la denominada "Generación Dorada" chilena. El primer encuentro fue el 12 de julio de 2011, en el Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, cuando tras un apretado partido Chile logró imponerse sólo en los minutos de descuento, gracias a un desafortunado autogol del peruano Carrillo. En todo caso, la Roja hizo sólidos merecimientos para ganar esa noche, ya que tuvo numerosas ocasiones de gol en los pies de Suazo, Jiménez, Valdivia y Sánchez. 

Finalmente, en la Copa América Chile 2015, ambas selecciones se encontraron en las semifinales del torneo. Fue la noche del 29 de junio, en un colmado Estado Nacional y con un Chile inspirado y de luces prendidas, que doblegó -por dos goles a uno- a su clásico oponente. Brilló en esa jornada el delantero Eduardo Vargas que marcó en cada tiempo, con su oportunismo característico cada vez que se viste de rojo. Fue una victoria clara, a pesar del empate transitorio de los peruanos, después del autogol de Medel, ya que Chile fue sólido en todas sus líneas. En el partido siguiente,  final con Argentina, la selección lograría el título máximo de América, luego de un impactante muere muere con la albiceleste de Messi y compañía, que se definió desde los doce pasos. /Maiko, EquIpo HF

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Tres curiosidades de la Roja en Copa América

6/16/2019

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1. En los primeros cuatro torneos sudamericanos en que participó Chile (entre 1916 y 1920) siempre ocupó el último lugar de la clasificación general. Es que en ese entonces las diferencias futbolísticas entre la Roja y las potencias del atlántico (Uruguay, Argentina y Brasil) eran prácticamente insalvables. Baste decir que en esos  primeros campeonatos la escuadra nacional perdió 10 partidos, empató sólo dos y no ganó ninguno. Además, recibió la friolera de 37 tantos, marcando solamente cinco goles. Obviamente los comentarios de la escasa prensa deportiva de la época era lapidaria, enrostrando la poca preparación de los equipos, que se armaban, con suerte 30 días antes y con muy pocos duelos para llegar bien al certamen. También, se reclamaba que siempre faltaban en las nóminas los mejores jugadores del medio, que estaban en la zona de Concepción y Talcahuano.   

2. Nunca nadie supo quien fue el entrenador de Chile en el sudamericano de Perú, en 1935. En ese certamen, donde Chile perdió todos los partidos y terminó colista, la información oficial era que el nombre del adiestrador correspondía a Joaquín Morales, director de la delegación, pero también figuraba Carlos Giudice, quien las oficiaba de subdirector y capitán del equipo.
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3. En los años 50 se jugaba un match de entrenamiento previo  a la participación de Chile en el torneo sudamericano. Entre las filas de la escuadra criolla destacaba el carismático Enrique “Cua Cua” Hormazábal, quien en una de las jugadas del encuentro, en la cancha del INSA, cayó muy mal, dentro del área del equipo rival.  Rápidamente se detuvo el duelo y los masajistas de la selección corrieron a socorrer al lastimado jugador, quien se revolcaba en el suelo mostrando un de sus piernas.
Uno de los asistentes de Chile, el recordado “Guagua” López, que conocía las mañas de Hormazábal, inexplicablemente corrió al costado de la cancha donde se ubicaba un tortillero y le llevó un par de tortillas al astro nacional, exclamando: “Tomen, dénselas, este cabro se está desmayando de hambre”. Cuento corto, el talentoso futbolista se paró como un rayo, se comió las tortillas y siguió jugando normalmente. 
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"Cua Cua" Hormazábal y su salida de la Roja

10/10/2018

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A fines de los 1958 cuando Chile iniciaba su larga y planificada preparación para el Mundial 1962 no había dudas respecto de quien era el mejor jugador chileno de la época, El nombre era uno solo, Enrique "Cua Cua" Hormazábal, quien desde sus inicios en Santiago Morning, a fines de los 40, hasta su llegada a Colo Colo -en 1956- había deslumbrado en todas las canchas nacionales con su talento y calidad única. Quizá él era el único futbolista que aparecía como imprescindible, ¿porqué? debido a que era, por lejos, el mejor volante creativo por derecha; tenía una capacidad de habilitación a distancia brillante; luchaba incansablemente con y sin pelota; convertía goles con frecuencia; y tenía una visión de campo privilegiada, lo que combinaba con una técnica exquisita. Y todo lo anterior lo complementaba con un temperamento que irradiaba liderazgo dentro y fuera de la cancha. 

Por todas estas y otras razones Hormazábal era, para todo el medio, un número puesto en el equipo titular que dispondría el entrenador nacional Fernando Riera, quien había armado cuatro selecciones para construir una base de jugadores que le permitieran elegir a los mejores y, también, contar con alternativas en cada uno de los puestos. Obviamente, "Cua Cua" era uno de los puntales de la estructura que tenía en mente el Tata, sobre todo por la experiencia que acumulaba el mediocampista de Colo Colo (desde 1949, había disputado dos panamericanos, dos eliminatorias y dos brillantes sudamericanos).

El conflicto con Riera que lo sacó del mundial
Una de las cosas que detectó Fernando Riera como debilidad en el grupo de futbolistas que preparaba para el mundial era la falta de disciplina en los entrenamientos y, además, la ausencia de ciertos hábitos básicos.  Por ejemplo, llegaban atrasados a las prácticas, algunos estaban con sobrepeso y, en general, existía poca rigurosidad táctica. El venía de entrenar un equipo de Portugal, por lo que notó mucha diferencia cuando recién tomó la Roja, lo que incluso lo llevó varias veces a dudar del éxito del proyecto.
Ahora, con el transcurrir de los meses el símbolo de esta indisciplina y precariedad se plasmó, para Riera, en Enrique Hormazábal, quien muchas veces, con ciertas actitudes, desafiaba su autoridad y voz de mando. "Cua Cua" gustaba de usar las medias bajas, lo que molestaba mucho al Tata, quien cada vez que lo veía lo obligaba a subírselas, pero al rato el jugador se las volvía a bajar.  Además, al DT le irritaba el relajo del colocolino, quien permanentemente estaba riéndose y "tirando todo para la talla". El tema fue escalando y la tensión en ellos fue aumentando día a día, lo que comenzó a interferir en el ambiente del grupo, que comenzó a tomar bando en la situación, Un hito clave fue cuando se filtró el sueldo de Riera en la prensa y Hormazábal se lo hizo saber en la cara y delante de todo el grupo.  A esto se sumó el reclamo del "Cua Cua" porque en un viaje a La Serena, Riera había decidido ir en bus, en vez de avión.
La situación finalmente detonó, días después, cuando Fernando Riera habló con el jugador y le manifestó que, si bien él era uno de los referentes del plantel, para continuar en el equipo tenía que cambiar de actitud y seguir sus órdenes al pie de la letra. Después de ese diálogo nunca más se supo de "Cua Cua" en la concentración, con lo que literalmente se borró del mundial. 

Muchos integrantes de la selección del 62 han declarado, con posterioridad, que es muy probable que con "Cua Cua" en el equipo la Roja pudo haber ganado perfectamente la copa del mundo. Es indudable que su ausencia debilitó al equipo, pese a que su reemplazante, Jorge Toro, tuvo un brillante desempeño en el torneo. /HDF 

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El día que la Roja se "colgó de travesaño" en Wembley

5/16/2017

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El desafío amistoso de Chile e Inglaterra, por la Copa Sir Stanley Rous, ese 23 de mayo de 1989, era no menor. La selección nacional venía recién afinando sus piezas, de cara a los partidos eliminatorios con Brasil y Venezuela; mientras que los ingleses poseían un equipo aceitado en todas su líneas, con bastante rodaje de partidos y, además, con una de las mejores generaciones de su historia (con nombres como Shilton, Robson, Gascoigne, Waddle y Fashan). Más encima era el debut oficial de la Roja en el pasto sagrado del mítico Estadio de Wembley, que ese día registraba una de las asistencias más bajas de su historia, con poco más de 15 mil personas en las tribunas.

Por lo anterior la apuesta táctica del estratega chileno, Orlando Aravena, se notó apenas se movió la pelota en el círculo central. Defender, defender y defender, para así contener el vendaval de los británicos, en ojos del entrenador nacional, un equipo ampliamente superior al nuestro. Así las cosas, el elenco criollo se dedicó a cortar jugadas y a aguantar con todo, con su dupla de zagueros compuesta por Fernando Astengo y Hugo González. Y cuando tuvo la pelota, su única intención fue rotarla con parsimonia, casi en círculos, con escasa proyección ofensiva, a excepción de un tiro alto de Juan Covarrubias y un globito de Osvaldo Hurtado, que sacó al tiro de esquina Shilton.  En cambio, para los europeos el reto de Chile fue sorpresivo, ellos esperaban un equipo abierto y sin tanta disciplina táctica, por lo que tuvieron que esmerarse para romper los cercos defensivos de Chile, vía el desdoblamiento de los laterales y la calidad individual de Waddle, Gacoigne y Fashanu.  Pero cuando lo lograron, se encontraban con la figura gigante de Roberto Rojas, que en los primeros 45 minutos salvó varias jugadas claras, incluyendo dos taponazos de Gascoigne que eran goles seguros.  

En la segunda etapa se repitió con calco la dinámica de ambos elencos, con una Inglaterra volcada en campo chileno y con una Roja literalmente "colgada del travesaño" y tratando de frenar como se pudiese las embestidas británicas. La impericia del local, pero, por sobre todo, la genialidad de Roberto Rojas impidieron que el cuadro blanco se inscribiera con una goleada histórica. Hubo cuatro salvadas del arquero chileno casi para enmarcarlas, ocasiones que son gol en cualquier partido, pero que solo el "Cóndor" era capaz de evitar.  De Chile, por su parte, hubo sólo una clara, cuando se juntaron Jaime Vera y Hugo Rubio, en la que el "Pájaro" ganó en velocidad y llegó hasta las barbas de Shilton, pero su remate rasante se fue mordiendo el palo. 

De esa manera, el tiempo fue pasando y no hubo caso de romper el cero. El duelo terminó con los ingleses ofuscados que se fueron sin despedirse, y una selección chilena que se abrazaba casi como si hubiesen ganado el encuentro.  El cerco defensivo había funcionado a la perfección, aunque la forma de enfrentar el partido sería "manjar para los bigotes" de los críticos de siempre, que se burlaron de la estrategia ultra defensiva de Orlando Aravena.  /HDF




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Tres marcas mundiales de la Roja

5/3/2017

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La selección chilena es una de las pocas que tuvo el honor de participar en el primer campeonato mundial de la historia, celebrado en Uruguay, un ya lejano 1930. En ese torneo le tocó debutar contra el combinado de México, el 16 de Julio, en el Estadio Parque Central de Montevideo. Esa tarde, al inicio del segundo tiempo, cuando ya Chile ganaba por la cuenta mínima, gracias al gol de Carlos "Zorro" Vidal, se produjo una jugada que quedaría marcada como el primer récord de Chile en un mundial. 
A los 6 minutos, el defensor chileno Guillermo Saavedra despejó un ataque azteca y luego le cedió el balón a Carlos Subiabre, quien eludió a dos rivales y se le pasó a Villalobos, el que remató fuerte al ángulo derecho del arco defendido por el meta Isidoro Sota. Pero un desesperado defensa rival, Manuel Rozas, trató de interrumpir el tiro, con tan mala fortuna que la pelota rozó con su cabeza metiéndola mansamente en la propia portería. Fue el primer autogol en la historia de los mundiales y benefició a los "Cóndores Chilenos", que en esa jornada terminarían venciendo por tres tantos a cero.

Días más tarde, el 19 de julio, Chile se enfrenta a la difícil selección de Francia. El partido es de ida y vuelta, mientras la zaga nacional logra contener los ataques europeos, gracias a brillantes intervenciones de Chaparro y Cortés; al otro lado los zagueros Chentrel y Thepot frenan las incursiones de los chilenos. Y cuando ya termina el primer tiempo, el árbitro uruguayo Alberto Tejeda cobra un claro penal, en contra de Tomás Ojeda. Se pone frente al balón Carlos "Zorro" Vidal (quien va en busca de su tercer gol en el mundial), el que dispara a la derecha del arquero, pero este intuye la trayectoria y se queda con el esférico. Es el primer lanzamiento perdido, desde los doce pasos, en la historia de los mundiales y Vidal no esconde su desazón. Afortunadamente, Chile terminaría ganando ese encuentro, por la cuenta mínima, con gol del "Chato" Subiabre, 

Casi 44 años después de la primera cita del fútbol mundial, un 14 de junio de 1974, Chile enfrenta, en el partido inaugural de la Copa del Mundo, a la poderosa selección anfitriona de Alemania Federal. Es el debut de los europeos y el Estadio Olímpico de Berlín ruge con 85 mil personas. Chile hace gran partido en su defensa, con una monumental dupla Figueroa-Quintano que maravilla a todos, a pesar del gol teutón, luego de un zapatazo infernal de Paul Breitner, a los 16 minutos de juego. Y ya entrado al partido, c
uando el cronómetro marca 67 minutos de contienda, el árbitro turco Dogan Babacan expulsa al delantero chileno Carlos Caszely, por una falta en contra del jugador germano Berti Vogts. El goleador de la roja reaccionó desmedidamente, ante la enésima arremetida fuerte del defensa germano, pero el juez, que estaba al lado de la incidencia, caminó lentamente hacia él y metió su mano en su bolsillo superior, sacando la cartulina roja y mandando al chileno a las duchas. Fue la primera expulsión en la historia de los mundiales. La ausencia del crack terminó siendo vital en la eliminación de la Roja en primera ronda, tras empatar con Alemania Democrática y Australia, con sendos empates a cero. /HDF
 
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