La historia ilustre de Cobreloa surge en 1977, cuando el equipo de Calama ascendió a primera, luego de ganar la liguilla de promoción de ese año. Después, en 1978 y 1979, bajo la conducción técnica de Andrés Prieto, el conjunto loíno llegaría segundo en ambos torneos, iniciando una trayectoria de logros y triunfos que lo llevarían a transformarse en el “cuarto grande del fútbol chileno”.
La primera estrella caería en 1980, campeonato que peleó palmo a palmo con la Universidad de Chile, equipo que resignó el título sólo en la última fecha, en el recordado encuentro con Lota Schwager, cuando el árbitro Enríque Marín le cobró un dudoso penal al "Mariscal" Alberto Quintano. La segunda corona vendría en 1982, ya con Vicente Cantatore en la banca, realizando un espectacular campeonato, donde ningún otro equipo le pudo hacer el peso. Brillaban con luces propias en ese cuadro nombre como Hugo Tabilo, Mario Soto, Héctor Puebla, Armando Alarcón, Enzo Escobar, Víctor Merello, Oscar Wirth, Jorge Siviero, Washington Olivera y los hermanos Gómez, entre otros. Los años 81 y 82, marcan, además, la consolidación de los "Zorros del Desierto", a nivel internacional, con espectaculares actuaciones en Copa Libertadores, donde el equipo llega a dos finales consecutivas, aunque perdiendo ambas, en algo todavía no igualado en nuestro fútbol. La primera definición la disputó en tres disputados partidos con el Flamengo de Zico y Junior; mientras que en la segunda cayó con Peñarol, en una triste y fría tarde en el nacional. La misma base y estilo de juego serviría para conquistar la tercera estrella, en 1985, ya con Jorge Toro como técnico. Ese año debió batallar duro para alzarse con la corona, superando apenas por dos puntos al sorprendente Everton, que lo amagó hasta la última fecha, junto a Colo Colo, su eterno rival de esa época. Destacaron en esa temporada Eduardo Fournier, Hugo Tabilo, y la dupla Juan Carlos Letelier-Jorge Covarrubias. Los dos últimos títulos de la época dorada naranja llegarían en 1988 y 1992. El primero, de la mano de Miguel Hermosilla y con el talento en la conducción del campeón del mundo Marcelo Trobiani. Fue tan espectacular esa campaña que el equipo cedió sólo un punto en todo el torneo. Y el segundo, en 1992, con Jorge Sulantay en la dirección técnica y con estandartes como Héctor Puebla, Edgardo Fuentes, Hugo González, Fernando Cornejo, Jaime Vera, Juan Covarrubias y Marco Antonio Figueroa. /HDF Uno de los títulos más brillantes de la UC, fue en 1987, cuando con un plantel formado mayoritariamente en casa y sin extranjeros fue una aplanadora para todos sus rivales. Los números no mienten: 82 por ciento de rendimiento, 49 puntos obtenidos de 60 disputados, delantera más goleadora, defensa menos batida y artillero del campeonato (Osvaldo Hurtado). El cuadro dirigido por Ignacio Prieto jugaba muy bien, pero también era muy racional y pragmático cuando había que serlo, lo que lo llevaba, en ocasiones, a trabajar mucho en pos del resultado. Eso lo llevó a una gran regularidad, que se plasmó en la tabla de posiciones, donde al final del torneo le sacó 10 puntos a su más cercano perseguidor, Colo Colo. La formación titular del campeón estuvo conformada por Cornez; Espinoza, Abarca, Yoma y Martínez; Lepe, Vílchez y Olmos; Pérez, Hurtado y Muñoz. /HDF
La Selección Chilena que asistió la justa olímpica de Estados Unidos 1984 se conformó con parte de lo mejor del fútbol local, ya que siempre quedó claro que la idea era hacerle el menor daño posible al campeonato nacional. Con ese limitado marco de acción el profesor Isaac Carrasco eligió con no menos dificultades el plantel que llevaría a tierras gringas. Figuraban en el equipo nombres como Fournier, Ahumada, Contreras, Martínez, Mosquera, Hisis, Ramos, Marchant, Vera, el “Fantasma” Figueroa, Olmos, Baeza, Santis y el “Torpedo” Muñóz. Y como suele ocurrir, cuando nadie daba un peso por estos muchachos, vino el “batacazo”, ya que se mandaron un torneo más que aceptable, llegando a cuartos de final. Y no fue nada fácil, ya que debieron enfrentar a Noruega (empate sin goles) Francia (vibrante paridad a uno), Qatar (victoria uno por cero) e Italia, con la que se perdió por la cuenta mínima, con un penal bastante dudoso. /HDF
Cuando ya han pasado varios meses desde la epopeya de New Yersey, con todo ese festejo y emoción inolvidable, es importante recordar que el bicampeonato de América no fue fruto de la magia ni la fortuna, sino más bien de una combinación de factores: trabajo sostenido en las divisiones menores, búsqueda e internalización de una filosofía de juego y, sobre todo, mucha psicología deportiva. Los invito a repasar los 6 hitos de esta gran historia de éxito.
1. Contexto previo Es el invierno de 1999 y la selección chilena logra un aceptable cuarto puesto en la Copa América que ese año se juega en tierras paraguayas. Se pierde el partido de consuelo frente a México y antes la semifinal contra Uruguay (por penales). La roja que había llegado a la cita continental con casi el mismo equipo que acudió a Francia 98, comenzaba así a despedir a la generación de Salas y Zamorano que nos habían devuelto a un mundial después de 16 años y que tendría su último momento culmine en las olimpiadas de Sidney 2000 donde "Bam Bam" y compañía se quedarían con la medalla de bronce. Tras los logros meritorios de esta lucida camada de jugadores que, además, tuvieron la oportunidad de inaugurar el peregrinaje masivo hacia equipos extranjeros, fundamentalmente hacia Europa y México, viene una importante sequía de resultados y calidad futbolística. Entre 2000 y 2007 Chile no logra clasificar a los mundiales de Corea-Japón 2002 y Alemania 2006, realizando magros procesos eliminatorios, sobre todo en el primero, donde la escuadra nacional finalizó en un paupérrimo último lugar de la tabla, con sólo 12 puntos y apenas 3 partidos ganados. Sin duda uno de los peores fracasos en la historia centenaria de nuestro fútbol. Pero las malas noticias no se quedaron ahí, ya que, en la Copa América, también los malos momentos se repitieron. Eliminados en cuartos de final en Colombia 2001, primera fase de Perú 2005 y nuevamente cuartos de final en Venezuela 2007. Claro que en esta última fue con bochorno, por la recordada caída por 6 a 1 contra Brasil, en Puerto La Cruz, con episodio de indisciplina incluido. 2. El Despertar El hambre de resultados y la necesidad de levantar el nombre de la selección chilena motiva la gestación de un proceso subterráneo desde las divisiones juveniles, comandado por el profesor José Sulantay, el que tiene la gran virtud de ir detectando, con agudeza, a jóvenes promesas chilenas, e inculcarles la semilla de la mentalidad ganadora. La "roja chica", bien conducida y con esta savia nueva y prometedora, logra, a poco andar, un botín inédito, clasificar a dos mundiales Sub 20 consecutivos (Holanda 2005 y Canadá 2007). Se mete en octavos de final, durante la cita en los países bajos y obtiene un inolvidable tercer puesto en la nación norteamericana. Del equipo de 2005 surgen nombres como Marcelo Díaz, Matías Fernández, Carlos Carmona, Gonzalo Jara y José Pedro Fuenzalida; mientras que en el de 2007 se incluyen figuras actuales como Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel, Mauricio Isla y Cristopher Toselli. Todo este boom de los sub 20 coincide, en el tiempo, con el gran Colo Colo de Claudio Borghi, que logra cuatro títulos seguidos entre 2006 y 2007. Es importante este hito, ya que el ex jugador argentino contribuyó, también, en la formación de varios de los jugadores de esta brillante camada, hablamos de Matías Fernandez, Arturo Vidal y Gonzalo Jara. Y, además, aceleró el despegue de otros un poco mayores, que no habían sido parte de las Sub 20 como Claudio Bravo, Jorge Valdivia y Humberto Suazo. 3. El Efecto Bielsa El impulso definitivo para la generación dorada llegaría en 2008, cuando asume la dirección técnica nacional el estratega argentino Marcelo Bielsa. Hay amplia coincidencia en que el rosarino le da un giro significativo a la Roja y a todo el fútbol nacional, ya que le imprime un sentido casi épico al juego, con su personalidad distinta y obsesiva, a lo que suma un método de juego agresivo y estratégico, que es rápidamente asimilado por este grupo nuevo de jugadores nacionales, hambrientos de sueños y gloria deportiva. Pero Bielsa no sólo enseña una forma de jugar, sino que, además, remueve las mentes de los seleccionados, con un discurso que refuerza la autoestima, la ausencia del temor y la búsqueda permanente de nuevos límites. Su palabra deja huella y cala hondo en todos los jugadores, quienes ven en él una oportunidad única para terminar con los interminables años de frustraciones del fútbol chileno. La práctica reiterativa de jugadas, la emisión permanente de videos del rival y la disciplina dentro y fuera del campo de juego se transforman en reglas de oro del equipo. Y así, los resultados comienzan a llegar, fundamentalmente, en las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010. La primera victoria sobre Argentina en un partido oficial es el aviso de que algo grande viene, lo que se ve refrendado en la brillante campaña eliminatoria, en la cual Chile termina segundo, a un punto de Brasil. Los ex sub 20 dominan en el equipo (Isla, Medel, Vidal, Carmona, Sánchez, Jara, Fernández); a los que se suman los colocolinos de Borghi (Bravo, Valdivia, Suazo, Millar, Contreras), algunos chunchos que llamaron la atención de Marcelo como Waldo Ponce, Miguel Pinto y Marco Estrada; más Mark González y Jean Bonsejeur, dos zurdos que se ajustaban muy bien a las necesidades del sistema. Ya durante el Mundial de Sudáfrica 2010 , se logra otro hito, volver a ganar un partido después de 48 años (1 a 0 a Honduras y 1 a 0 a Suiza), lo que refuerza la moral y la autoestima del equipo, que clasifica a octavos de final. Sin embargo la madurez psicológica para sobreponerse a cualquier rival todavía está en proceso y Brasil nos manda a casa con un 3 a 0 que duele, pero que no invalida, de ninguna manera, el camino que ya ha sido trazado. 4. El sistema se recalienta Meses después del Mundial de Sudáfrica Bielsa deja su cargo de entrenador, junto con el cambio en la presidencia de la ANFP. El momento es difícil, muchos piensan que el castillo construido se caerá en mil pedazos y volveremos a fojas cero. Se nomina a Claudio Borghi como nuevo entrenador de la Roja, quien siempre será perseguido por las “viudas de Bielsa”, ya que no se lo ve como el continuador de la filosofía del rosarino. Pese a ello, logra una buena imagen en la Copa América de Argentina 2011, en la cual caemos en cuartos, ante una sorprendente Venezuela. Sin embargo, lo peor es que los jugadores, al irse muchas de las reglas y la disciplina, caen en situaciones de desmadre como el triste episodio del “bautizazo”, que implica la suspensión de varios nombres emblemáticos como Vidal, Valdivia, Carmona y Bonsejeur. Cuento corto, el equipo se despotencia y su rendimiento, al final de la primera ronda de las eliminatorias para Brasil 2014, sólo alcanza un 44 por ciento (los tres últimos partidos se pierden al hilo). La presión del medio y la urgencia por darle un hilo conductor al proceso iniciado por Bielsa, hacen que el Bichi finalmente tenga que dar un paso al costado. 5. La revolución exitosa de Sampaoli Ese 2011 el fútbol nacional pasa las penas de la selección con otro chiche, la U de Jorge Sampaoli, que aparte de ganar los dos campeonatos cortos de ese año obtiene algo inédito para el romántico viajero, la Copa Sudamericana, que llena de admiración y orgullo no sólo al mundo azul, sino también a todos los chilenos, quienes transversalmente alaban como juega el equipo estudiantil. La escuadra del casildense tiene un vértigo incesante, mucha presión sobre el rival, alta recuperación de la pelota, posesión siempre dominante y ataque masivo. Se habla del “Barcelona de Sudamérica” y no es algo descabellado, ya que Sampaoli es seguidor de Bielsa, pero con el tiempo va matizando su idea con otros conceptos más cercanos a los de Guardiola. El éxito de la U abre los ojos de la dirigencia nacional y el nombre de Sampaoli aparece como natural en esta búsqueda del continuismo bielsista. Y todo encaja como anillo al dedo, ya que los jugadores se reencuentran con el sentido que los movilizaba, pero a ello se suma un estilo del técnico más simple y accesible, que enriquece poderosamente el factor humano. En fin, el sistema se recarga y aunque se pierde el primer partido con Perú, de ahí en adelante todo es alegría y victoria. La admiración internacional por el equipo, iniciada en tiempos bielsistas, se refuerza y se transforma en temor y preocupación, por parte de los rivales. Chile llega tercero en la tabla y clasifica a un segundo mundial consecutivo en cancha, algo no logrado jamás, y que muestra señales de que esta generación es distinta a todas las otras. Destacan en ese logro figuras como Eugenio Mena, un renovado Marcelo Díaz, Charles Aránguiz y Eduardo Vargas, todos artífices del primer título internacional de la U. La mayoría de ellos se transformarán en piezas inamovibles de la Roja y le imprimirán un nuevo sello futbolístico al equipo. La primera fase del mundial aparece como la prueba de fuego para mostrarle al mundo como juega este equipo. La victoria sobre Australia y, principalmente, el triunfo contra España vigorizan esa convicción y consolidan la imagen distinta del equipo y de Sampaoli, aunque el técnico pierde una de sus pocas batallas tácticas, contra la Holanda de Van Gaal, que impide que Chile se quede con el grupo. Y de nuevo aparece Brasil en el horizonte, que sólo logra sacarnos de otro mundial en la tanda de los penales. Sin embargo, la lucha, corazón y verguenza deportiva que exhibe ese día el equipo, demuestran que la madurez y la resistencia psicológica están ya a la vuelta de la esquina, sólo hay que esperar la siguiente oportunidad. Y esa vendría exactamente un año después y en nuestra casa, ya que la Roja entierra 100 años de historia maldita para alzarse con la corona de América, en una infartante final con la Argentina de Messi, que se decide desde el punto penal. Chile patea esos tiros con el alma, con una efectividad bestial, que denota determinación, foco y mentalidad ganadora. El trabajo ya está hecho, se vencieron los complejos y miedos, liberándose una nueva era en el fútbol chileno. 6. Ganar se vuelve costumbre El último capítulo del Chile bicampeón es aún historia reciente, pero sin duda alguna, conforma otra página gloriosa del fútbol chileno. Menos de un año después, con nuevo entrenador (Juan Antonio Pizzi), la historia se repite casi con calco y volvemos a levantar la Copa América Centenario, otra vez con la Argentina pierde finales. Un logro inolvidable, ya que es un torneo donde no se parte bien, pero que se cierra de forma increíble, con un sistema consolidado, aprendido a la perfección e interpretado colectivamente por futbolistas únicos en sus puestos, que ya no le temen a nada ni a nadie. Quizá la máxima expresión de lo que puede este grupo se reflejó en la apabullante e histórica goleada sobre México por 7 a 0, una orquesta de fútbol que maravilló a todo mundo. Hay que rescatar que el nuevo DT tuvo la sabiduría de conservar el sistema general y agregarle algunos matices interesantes como la seguridad defensiva (cuando el caso lo requiera) y un ritmo algo más pausado, pero siempre basado en la formula posesión/recuperación. Y nuevamente se ganó, por penales, a la mismísima Argentina de Messi, algo para nada fácil y que le da infinita valoración a lo conseguido. Afortunadamente, todavía le quedan capítulos por escribir a esta generación dorada. Están las eliminatorias, Copa Confederaciones y el Mundial de Rusia 2018. Razones hay de sobra para tener fe en que con ellos podemos encumbrarnos en lo más alto del universo fútbol. Sí se puede. /HDF El primer título cruzado se obtuvo en 1949, con un equipo que contaba con nombres como Sergio Livingstone, Andrés Prieto, José Manuel Moreno y Federico Monestés, entre otros. La UC dominó todo el campeonato y sólo sufrió al final cuando perdió con la U en apretado duelo (tuvo sólo cuatro derrotas en 22 encuentros). Sin embargo, las dos victorias finales ante Audax Italiano y la Unión Española sellaron la primera estrella. /HDF
El equipo itálico bajó recién su primera estrella en el campeonato de 1936, siendo que fue protagonista de todos los torneos, desde que se profesionalizó el fútbol chileno. Ese año tuvo una maciza campaña en que llegó con ventaja a la última fecha, perdiendo sólo un partido. Sobresalieron en el equipo campeón la dupla goleadora compuesta por los hermanos Bolaños, que anotaron 22 de los 38 goles convertidos en las 10 fechas disputadas. /HDF
Final de campeonato 1993, Colo Colo pisa fuerte con tranco de campeón, en busca de su estrella 19. El título parece que se concreta el domingo 26 de diciembre en el partido con Cobreloa, pero la terquedad del cuadro minero, que perseguía al cacique en la tabla de posiciones, obliga a un agrio empate a cero, que frustra a los 60 mil hinchas colocolinos que llenaban el Estadio Monumental. Sin embargo, el 2 de enero de 1994, la alegría se desataría por completo en el mundo albo, cuando el popular vencía tres a cero a la Unión Española, en el mismo recinto. Fue el epílogo de una temporada perfecta, donde brillaron con luces propias figuras como Marcelo Ramírez, Jorge Contreras, Patricio Yáñez, Hugo Rubio, Marcelo Vega y el boliviano Marco Etcheverry. /HDF
Esa tarde del 25 de octubre de 1987 quedará guardada, para siempre, en la memoria de los 23 muchachos chilenos que forman parte de la selección juvenil, ya que cerca de 70 mil personas los vitorean con fuerza en un abarrotado Estadio Nacional. La Roja acaba de perder, por penales, con la República Democrática Alemana (RDA), en la definición de tercer puesto del mundial juvenil disputado ese año en nuestro país. La derrota duele, pero el público premia el esfuerzo y garra que los chicos desplegaron durante todo el torneo, en el cual siempre pusieron no sólo calidad futbolística, sino también mucho corazón.
El mundial juvenil fue todo un suceso en Chile, exacerbado por el contexto político de esa época donde la propaganda oficial aprovechaba todos estos eventos sociales, para convertirlos en verdaderos acontecimientos nacionales. Por ello, no era raro que algunos jugadores emblemáticos de esa generación como Lukas Tudor o Raimundo Tupper fueran elevados a la categoría de ídolos juveniles, causando el delirio de las colegiales, cada vez que aparecían o se dejaban asomar. Bajo la conducción de Luis Ibarra, se armó, con tiempo, una selección fuerte y competitiva, que incluyo un proceso de búsqueda serio y riguroso que consideró diversas pruebas masivas en las divisiones inferiores de los clubes nacionales, así como una extensa gira por Europa, que significó la consolidación del proceso preparatorio. Entre los jugadores de esa recordada selección juvenil destacaban, aparte de los ya mencionados Tudor y Tupper, nombres como Camilo Pino, Luis Musri, Javier Margas, Pedro González, Fabián Estay y Juan Carreño. La mayoría de ellos tendría promisorio futuro tanto en sus clubes como defendiendo a la roja adulta. Tal es el caso, por ejemplo, de Musri, Margas y Estay que estarían presentes, once años después, en el mundial de Francia. /HDF El primer campeón chileno que se coronó sin perder un solo partido fue el recordado Colo Colo de 1937, que realizó una campaña espectacular con nueve duelos ganados y 3 empates (Magallanes, Santiago Morning y Badminton). Destacaban en esa histórica escuadra figuras como Enríque "Tigre" Sorrel, Arturo Carmona, los hermanos Manuel y Carlos Arancibia y Tomás Rojas. El equipo popular dominó todo el campeonato, deleitando con partidos de gran factura como el que ganó ante su tradicional rival en esos años, Magallanes, por 3 goles a 1; y fundamentalmente el último lance de la temporada, un infartante match con Badminton, donde los colocolinos perdían 3 a 1 hasta los 30 minutos del segundo tiempo. Solo un autogol del oponente y un golazo del "Rata" Rojas en los instantes finales salvaron el empate y aseguraron la primera estrella para el albo. Lo que se vivió ese día en el viejo Estadio de Carabineros quedará marcado en la ilustre memoria colocolina, y sería un aviso para los numerosos títulos que vendrían después. /HDF
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