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Colección de Historias

El inolvidable Colo Colo-Boca Juniors del 91

10/7/2018

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22 de mayo de 1991, es una fría noche otoñal en Santiago de Chile, pero en Macul hay una caldera hirviendo, es el Estadio Monumental de Colo Colo donde está a punto de comenzar la segunda semifinal entre Colo Colo y Boca Juniors, por la Copa Libertadores de ese año. Cerca de 65 mil personas copan el recinto expectantes de lo que pueda hacer el cuadro albo, que en el partido de ida, en Buenos Aires, perdió por la cuenta mínima, en un partido equilibrado que pudo haber tenido un desenlace mejor.

Los pupilos de Mirko Jozic saltan a la cancha y el estruendo es magnífico, el estadio estalla en una fiesta se serpentinas  y papel picado, mientras una nutrida barra boquense también grita cuando salen los xeneises. Ya todo está dispuesto, se viene el partido esperado por todos, el que gane se instalará en la final soñada. 

Cuando comienza a rodar a pelotita los nervios se sienten, en uno y otro lado, hay ansiedad y músculos apretados lo que deriva en imprecisiones y algo de juego brusco. La marca de los argentinos es implacable lo que molesta en demasía al mediocampo del cacique, ya que Rubén Espinoza, Jaime Pizarro y Gabriel Mendoza no pueden hacer pie y provocar peligro en el área rival. Son neutralizados siempre por el trío compuesto por Soñora, Giunta y Pico. Solo algunos tiros libres y lanzamientos de esquina logran inquietar en algo al meta Navarro-Montoya, pero Espinoza no está fino en los remates, Además, Patricio Yáñez y Marcelo Barticcioto insisten demasiado en atacar por el medio lo que los hace chocar -permanentemente- con la bien parada retaguardia de Boca. Y como no está Ricardo Dabrowsky, la opción de levantar el balón no es parte del plan de juego.

La cosa no está fácil y más encima en los últimos 15 minutos, antes del descanso, la visita se anima y merodea el arco de Daniel Morón, a través de Diego Latorre y Gabriel Batistuta. Esto genera algo de  inquietud en las miles de almas que llenan el Monumental David Arellano y que no paran de cantar y gritar para darle ánimo a los once gladiadores blancos que pisan el campo de juego.. Así, sin mucho más que contar termina la primera etapa.

Entre el deliro y el bochorno
Apenas reiniciado el encuentro se observó a un Patricio Yáñez más cerca de la banda derecha, su hábitat histórico, lo que hizo pensar un cambio de estrategia en Colo Colo. Lamentablemente, en el primer desborde del Pato el lateral Carlos Moya le fue con todo, lo que lo hizo caer muy mal resintiéndose su hombro izquierdo. El puntero del cacique quedó algo debilitado, pero eso no impidió que siguiera jugando, de gran forma, en uno de los mejores partidos de su carrera..
A esa altura, se notó que el cacique decidió arriesgar e ir por el partido. Ello se vio motivado por la lesión del defensa Abramovich que descompuso la zaga argentina. De hecho, Soñora tuvo que retroceder a la defensa y entró Apud, un volante más de creación que de marca, lo que facilitó el actuar del medio terreno colocolino. Aun así, el adelantamiento blanco generó espacios, lo que en el minuto 12 casi resultó fatal, ya que Batistuta casi anota después de una corrida de 70 metros y un disparo que afortunadamente intuyó Morón.

Pese al casi gol de Boca, Colo Colo siguió con la misma actitud y hubo alzas notables en algunos jugadores que hasta ahí habían estado algo apagados. Mendoza comenzó sus descuelgues permanentes por la derecha y Barticcioto mejoró mucho su sorpresa y movilidad de ataque. Por eso el primer gol, a los 19 minutos del segundo lapso, puso algo de justicia al partido, ya que premió al equipo que más buscaba la victoria.  Fue Mendoza el artífice del tanto, porque él fue quien buscó una pared con Espinoza y el que, tras recibirla de vuelta, habilitó magistralmente al Barti, quien se sacó tres defensores y luego centró, para que apareciera destapado Rubén Martínez y anotara. 

El estadio entero estalló en un solo grito y millones que seguían el partido por la TV saltaron de sus asientos conmovidos con la garra y valentía de este gran Colo Colo. La apertura del marcador envalentonó aún más a los locales que se fueron inmediatamente en busca del gol de la ventaja, el que llegaría dos minutos después, tras una memorable arremetida por la derecha del Pato Yáñez, cuyo centro conectó maravillosamente Marcelo Barticcioto. La caldera del Monumental volvió estallar de júbilo y algunos hasta lloraban en las tribunas, otra final de América parecía mas cerca que nunca.

El segundo gol golpeó a Boca Juniors, pero no lo mató del todo. Colo Colo tuvo el tercero en gran acción de Margas, pero a los 30 se enmudeció el Monumental. La visita sumó pases en ataque, Batistuta mandó un centro al corazón del área  y Latorre cabeceó, sin marca para anotar el dos por uno. La desazón se instaló en todo el estadio, en el único descuido de la zaga alba Boca vacunó y ahora el marcador obligaba a ir a los angustiosos penales, donde históricamente siempre perdemos. 
Pero este Colo Colo no estaba para malos ratos y tenía ya acordada su cita con la gloria. Minuto 37, con Boca Juniors animado en ataque se produce un contragolpe albo y Patricio Yáñez construye una genial pared con Rubén Martínez, que lo deja a este último de cara al arco de Navarro Montoya, El meta sale a cortar y el ex-Cobresal se la pica por encima del cuerpo, con gran gesto técnico. Es el 3 a 1 definitivo y el país entero se viste de cacique, Colo Colo ya está en la final de América.

Lo que vino a continuación es quizá una de las páginas más vergonzosas que se hayan vividos en nuestros estadios, los jugadores de Boca desataron toda su rabia e impotencia en contra de los reporteros gráficos, los cuales aparentemente habrían provocado a los argentinos, en su afán por registrar lo que sucedía. Gracias a la pronta acción de Carabineros y a la actitud encomiable del público la gresca no pasó a mayores, aunque hubo ocho heridos y 120 detenidos. Sólo quedó en la retina la reacción descontrolada de jugadores como Navarro-Montoya (mordido por un perro), Giunta, Batistuta, Soñora y también las imágenes del profesor Oscar Washington Tabárez, primero intentando agredir a Mirko Jozic y luego con la cara ensangrentada. 

Así terminó, entre el delirio y el bochorno, una de los partidos más memorables de un equipo chileno en la Copa libertadores de América. /HDF
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