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Colección de Historias

El triste descenso de la U en 1988

10/25/2016

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Esa tarde del 13 de enero de 1989, en el Estadio Nacional, el cielo despejado y brillante de Santiago contrastaba con el drama nublado y oscuro que vivían los hinchas azules, que pasaban por el trago más amargo en su vida como hinchas. La U acababa de empatar, a dos, con Cobresal, en el último partido del torneo, lo que la condenaba a bajar a segunda división, por primera vez en su historia. Los jugadores masticaban la rabia y la impotencia, con la mirada fija en el suelo, mientras que parte de la barra "Imperio Azul", con lágrimas en los ojos, entonaba -con el corazón a mil- ese recordado cántico: "Volveremos, volveremos, volveremos a ser grandes, como lo fue el ballet". Una postal dramática y triste, que quedaría grabada a fuego en la memoria del "Chuncho". 

Para entender bien la historia del descenso azul hay que ir atrás en el tiempo, precisamente a fines de 1985, cuando los gravísimos problemas financieros del club obligaron a su directiva a desprenderse de importantes figuras como Mariano Puyol, Martín Gálvez y Carlos Poblete, entre otros. Esto fue despotenciando el plantel, lo que naturalmente fue afectando el rendimiento. Prueba de esto es que los universitarios llegaron novenos, octavos y quintos en esas tres temporadas, muy lejos de la pelea por el título.  
A lo anterior se sumaba la inestabilidad de la dirección técnica, ya que a mediados de 1988 había dejado la banca Alberto Quintano, tras declaradas diferencias con la mesa directiva, encabezada con Waldo Green. Este hecho afectó mucho al equipo, por la gran ascendencia que tenía el "Mariscal" en el grupo de jugadores, con los que había hecho una más que aceptable Copa DIGEDER, contabilizando 12 victorias, dos empates y cuatro derrotas. A ese camarín golpeado arribó un todavía inexperto entrenador como Manuel Pellegrini, quien cometió el error de querer implantar un moderno sistema de juego, a la europea, que terminó por confundir y desgastar a los futbolistas, fundamentalmente por las excesivas rotaciones.

Una campaña para el olvido  

El comienzo del campeonato 88 inicia con un empate a uno, con Palestino, en un partido más que irregular, que marcaría, salvo contadas excepciones, el rendimiento de juego en la primera rueda. El equipo no se encuentra y los resultados son cada vez más preocupantes. De las primeras once fechas, en seis se empata, en cuatro se pierde y solo se gana a Iquique, en un apretado tres a dos. Y cuando parece que la U despierta (victoria 2 a 1 a Naval), se pierde a la semana siguiente con la Unión. Pero siete días después la esperanza revive con otro 3 a 2, esta vez frente a O´higgins, y se vuelve a esfumar en la fecha posterior, con un doloroso 0-5 con Cobresal.  Esta irregularidad extrema fue uno de los principales problemas del cuadro azul, ya que le significó una gran pérdida de puntos, que a la postre lo condenarían en el final. 

El inicio de la segunda rueda parte casi como calco de la primera,  aburrido empate sin goles con Palestino, donde se muestran los mismos errores y falencias. Luego viene algo de oxigeno con dos triunfos frente a Concepción y Huachipato, y otro empate a cero con Iquique. Y lo que viene después, descontando el sufrido triunfo agónico frente a Valdivia,  es una seguidilla de cinco amargas caídas, que colman la paciencia de la barra, que la emprende contra Pellegrini y apedrea los autos de los jugadores. Con ese ambiente tenso y caótico, quizá la única nota positiva la pone la simbólica victoria, tres por cero, a Colo Colo, que desahoga, en parte, toda esa ansiedad acumulada. Sin embargo, ya es tarde y el riesgo del descenso está latente. Para colmo en nada ayudan otro dos empates con Naval y la Unión Española y un lamentable 1 a 2 con O´higgins.  Así se llega a la última fecha, donde el rival es el difícil elenco de Cobresal, de quienes no se olvida la abultada goleada recibida en El Salvador, al término de la primera rueda. 

La U llega a ese partido final con la misión de ganar o ganar a los nortinos, para no depender de otros resultados. Y existe cierta confianza en los azules, ya que en el caso hipotético de perder los otros equipos en riesgo, O´higgins y Unión Española, deben ganar por más de dos goles de diferencia en sus visitas a Las Higueras y San Carlos de Apoquindo, respectivamente. En teoría parecía algo rebuscado que todo se diera de esa manera.
Ya en la cancha, los fantasmas se aparecen muy luego, cuando a los nueve minutos se cobra penal a favor de los mineros, el que transforma en gol el infalible Sergio Salgado. La U siente el golpe y como su fondo anímico no es fortaleza entra en un estado de confusión y ansiedad, lo que le resta profundidad para llegar al arco visitante. De hecho, la única llegada de la primera etapa es un cabezazo de Marcelo Silva, que manotea magistralmente el meta de Cobresal.
En el segundo lapso, comienza a gestarse el drama cuando al minuto de juego Sergio Salgado marca de nuevo, tras un feroz contragolpe y habilitación de Rubén Martínez. La cara de angustia de los once futbolistas universitarios lo decía de todo, se estaba dando el peor de los escenarios. Justo en ese momento comienza la reacción, casi como un instinto de sobrevivencia, ya que a los once Vergara anota el descuento, tras lo cual la U se va con todo lo que tiene, en demanda del arco contrario. Las ocasiones llegan, pero muchas se erran por la desesperación reinante. Y cuando el empate llega, al minuto 42, en los pies de José Pérez, el cansancio hace lo suyo para firmar la paridad final. A esas alturas Pellegrini y compañía ya están enterados de los triunfos holgados de rancaguinos e hispanos, que condenan al descenso a la Universidad de Chile, noticia que rápidamente va llegando a todos los integrantes del plantel.
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La tristeza invade a todo el estadio, donde sólo se escucha el insistente cántico de esos fieles hinchas que pegados a la reja entonan un deseo de esperanza hacia el futuro, "volveremos, volveremos, volveremos a ser grandes, como lo fue el ballet". Algo que seis años más tarde se transformará en emocionante realidad y curiosamente frente al mismo Cobresal. /HDF



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