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Colección de Historias

Guillermo "Chato" Subiabre, goleador de raza

12/18/2016

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Hablar del recordado "Chato" Subiabre es rememorar a una de las figuras indiscutidas en los albores del futbol chileno. Jugador hábil, escurridizo, goleador, de gran personalidad dentro de la cancha y brillante cabeceador, pese a que media sólo un metro 58 centímetros de estatura.

Su historia parte en su natal Río Negro, cerca de Osorno, donde hace sus primeras apariciones en el "Luis Acevedo" y el Rangers F.C.. Ya a los 21 años sus capacidades futbolísticas lo hacen destacarse entre sus pares, es un delantero incisivo, fuerte y que siempre tiene el arco a la vista. Y la oportunidad llega, ya que en 1924 se juegan los denominados "Campeonatos Nacionales", donde Guillermo es llamado a integrar la Selección Austral. En este torneo hace grandes presentaciones y demuestra su innata capacidad goleadora. Pero el gran salto vendría dos años después, cuando se enrola en la Marina, lo que le da la opción de fichar primero por el Liverpool Wanderers y después por Santiago Wanderers. Por esos días, Subiabre es invitado a  formar parte de la Selección Zona Central, en la que vuelve a exhibir su talento y calidad, principalmente en los dos partidos que se juegan frente al Real Deportivo Español, de visita en Chile, en los cuales el "Chato" le convierte tres golazos al mismísimo "Divino" Zamora, mítico arquero de los hispanos. Esto llama poderosamente la atención del entrenador Jose Rosetti, coach de la selección chilena que se preparaba para el sudamericano que se jugaría en Chile ese año. Cuento corto, Subiabre es convocado y a comienzos de septiembre ya está concentrado para jugar el primer torneo internacional de su vida.

El debut por Chile y su llegada a Colo Colo

El Sudamericano del 26 es el estreno del "Chato" en lides internacionales, y la primera vez que comparte con David Arellano, quien se convertiría en su entrañable amigo. En un abarrotado Campos Sport de Ñuñoa le toca ser protagonista de la primera victoria de la selección chilena, en el partido que se le gana a Bolivia por 7 a 1, y en el cual se inscribe con un tanto. Su racha goleadora continuaría en el duelo siguiente, donde marca, de penal, en la derrota con Uruguay. Sin duda, este sería, para él, un torneo inolvidable, ya que se jugó en casa y pudo contribuir con goles, para que el equipo nacional lograra un inédito subcampeonato.  

Concluido el sudamericano, los bonos de Subiabre se van a las nubes y las grúas de Santiago comienzan a tentarlo. En ese contexto aparece el joven equipo de Colo Colo, que liderado por David Arellano era la sensación del fútbol chileno. Y Guillermo se les une en la aventura, jugando su primer partido por los albos el 18 de diciembre de 1926 (como refuerzo de un amistoso), para integrarse definitivamente, en enero de 1927, con motivo de la larga gira del Cacique por siete países de América y Europa. El largo periplo, en el que llega a jugar más de 30 partidos, queda marcado a sangre y fuego en Subiabre, ya que entabla una estrecha amistad con Arellano, con el cual comparte muchas horas y experiencias. Y cuando el caudillo colocolino agoniza en el Hotel Europa de Valladolid, tras esa desafortunada jugada con el equipo local, es el "Chato" el que comparte con él sus últimas horas de vida. 

Después del viaje, Giuillermo Subiabre toma el relevo de su fallecido amigo Arellano en el liderazgo del equipo, junto a otros estandartes como Saavedra, Schneeberger y José Miguel Olguín. Con ellos y otros más logra conquistar tres títulos, dos por la Liga Central de Fútbol de Santiago y uno por la Asociación de Fútbol capitalina.

Olimpiadas de Amsterdam y Mundial de 1930

En paralelo a su protagonismo en Colo Colo, Subiabre vuelve a armar maletas para una nueva gira, esta vez para ser parte del combinado chileno que participará en las Olimpiadas de Amsterdam de 1928. Y vaya como comienza, ya que a los tres minutos del primer partido con Portugal, el "Chato" se despacha un golazo, desde 20 metros. Y aunque Chile pierde con los lusos, esa tarde de mayo, Subiabre tendría nuevas opciones para seguir marcando goles, ya que en el partido siguiente, por la denominada "Copa Consuelo", le encaja tres a México, en el empate con los aztecas.  Y después, ya en los partidos amistosos del final de la gira, anotaría dos más, uno a la selección de Frankfurt y otro al combinado de Colonia. Una inolvidable experiencia para él ya que fue protagonista de la primera victoria chilena en canchas europeas. 

Dos años después, Guillermo Subiabre vuelve a la selección de todos, esta vez para enfrentar el mayor reto de su carrera futbolística, la participación de Chile en el primer mundial de la historia, que se celebra en Montevideo, Uruguay. En esta gran cita nuestro protagonista se alzaría como uno de los estandartes del equipo nacional, dentro y fuera de la cancha. Muchos recuerdan su enfado en el primer partido con México, donde, pese a la victoria de Chile, no escondía la frustración por no haber podido anotar. O también su golazo de cabeza frente a Francia, en el que demostraría todo su poder aéreo. Aunque quizá el capítulo más memorable del "Chato" en ese mundial sería el legendario combo que le pegó al argentino Luis Monti, en la derrota frente a los trasandinos, durante el último duelo de los "Cóndores", en el Estado Centenario. Ese derechazo al mentón del gigante rioplatense, en respuesta a una alevosa falta anterior, reflejaba, de cuerpo entero, el carácter y personalidad de Guillermo, que al regreso a Chile sería recibido como un héroe. 

Entre el fútbol, el drama y los barcos

Ese recordado partido con Argentina, en Montevideo sería, a la postre, el último de Subiabre por la selección chilena, donde jugó 14 encuentros en casi cuatro años, marcando 10 tantos. Después, se abocaría a la tarea de seguir haciendo historia en Colo Colo y en los campeonatos nacionales, donde logra el título de 1931, con el combinado de Santiago.  Ene esos días, le descubren algunas deficiencias cardiacas que repercutirán, en parte, en el desarrollo posterior de su carrera,

Dos años más tarde, en julio de 1933, justo antes de iniciarse el primer torneo profesional chileno, la tragedia golpeaba la puerta en la vida del "Chato", ya que su joven esposa y su hijo, que venía en camino, morían cuando la primera intentaba dar a luz. El hecho, como es natural, produjo un devastador efecto en Subiabre que deprimido pensó en alejarse del fútbol. Pero dos semanas después recibe una invitación para ir a jugar por Colo Colo a Perú. El viaje le sirve para despejar la mente y recuperarse, en parte, del fuerte golpe del destino. Y estando en Lima se gesta una curiosa iniciativa de armar un combinado chileno-peruano para ir a jugar a otros países. El "Chato" y otros jugadores de Colo Colo como Roberto Luco, mas los primos Eduardo y Carlos Schneeberger, se suman al grupo, que además está compuesto por figuras de Universitario, Alianza y Atlético Chacala. La travesía parte, a fines de agosto, por ciudades costeras del norte peruano, y después pasa por Brasil y Panamá. El equipo arrasa con los rivales de turno, lo que motiva el peregrinaje hacia Europa, donde recalan primero en Gran Bretaña. Allí juegan en Irlanda, Escocia, e Inglaterra, con desigual suerte. Después van a Holanda y luego a Alemania, donde Subiabre y el resto de la delegación son invitados a la residencia de Adolf Hitler, quien los recibe oficialmente, en una anécdota célebre y muy recordada.
Cerca de fin de año, y producto del desgaste de la gira, Guillermo Subiabre se descuelga de los "All Pacific" y regresa a Chile con sus compañeros colocolinos. Han sido meses inolvidables, pero también muy agotadores, por lo que necesita retomar la vida normal. Ello coincide con el comienzo de la temporada 1934 de los albos, a la que se integra con intermitencias. Juega cinco partidos y anota cuatro goles, pero Colo Colo alcanza sólo el tercer lugar en ese torneo, el que sería el último en su vida futbolera. Al final de ese año es declarado "Jugador Honorario Vitalicio de Colo Colo". 

Tras su retiro de la actividad, sería por varios años dirigente y directivo de Colo Colo, hasta su muerte, producto de una nefritis crónica, en 1964. /HDF


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