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Colección de Historias

Honorino Landa, un talento rebelde y distinto

6/15/2020

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Es el 31 de mayo de 1987 y en el Estadio Santa Laura está a punto de comenzar el partido entre Universidad Católica y Everton, por la fecha 13 del Campeonato de Apertura. De pronto, por los parlantes del recinto hispano el locutor pide un minuto de silencio por la sensible muerte del gran Honorino Landa, uno de los símbolos de la Unión Española. Segundos después no se escucha un alma en el estadio, una señal de respeto que habla de lo arraigado que siempre estuvo el "Nino" en el hincha del fútbol.

El día anterior, justo cuando se cumplían 25 años de la gesta del 62, se había apagado la vida del gran Honorino, después de una dura batalla contra el cáncer que lo había apartado de su pasión en el último tiempo. 

Aparición en la Unión Española 

Original de puerto Natales, Honorino se trasladó a Santiago, a raíz de la enfermedad de su padre. Y es en la capital donde surge la opción de ser futbolista, de hecho, a mediados de los 50 ingresa a las divisiones inferiores de la Union. Con el tiempo aparecieron sus dotes goleadoras y poco poco comenzó a figurar como una de las buenas promesas del cuadro rojo. El ansiado debut llegó en 1959, en un partido contra O'higgins de Rancagua, donde Landa anotó tres goles, cautivando a todos con su letalidad y oportunismo. Ese año aportó en forma esporádica a su equipo que terminó en la sexta posición. Pero es en 1960 cuando nuestro protagonista asomó con todas sus luces transformándose en la revelación del fútbol chileno. Esa temporada, que fue bastante irregular para su equipo, Landa convirtió 16 goles, que lo convirtieron en el segundo goleador de torneo, detrás de Falcon de Palestino. A esa altura aparte de ser un goleador en potencia, Honorino mostraba otras cosas adicionales como su personalidad magnética y una creatividad distinta e impredecible en el juego. 

Al año siguiente el "Nino" continuó en carrera ascendente terminando como figura del torneo y goleador del año, junto a Carlos Campos, con 24 tantos. Pero a diferencia de Campos (un 9 clásico), Landa se mostraba con más versatilidad, lo que le permitía desarrollar más funciones en el campo de juego. Esas condiciones lo pusieron en la mira de Fernando Riera que lo llamó a la selección que se preparaba para el Mundial de 1962. Su debut en la Roja se produjo el 12 de octubre de 1961, ante Uruguay, donde deleitó a la afición con su sello y calidad. 

El mundial y el primer adiós a la Unión

En el año del mundial Landa integró la exclusiva nómina del plantel que disputó la copa del mundo, siendo el más joven de todo el equipo. Riera confiaba en sus capacidades y su desequilibrio en el área por lo que lo utilizó en cinco de los seis partidos. Incluso el único en el que faltó fue el último frente a Yugoslavia, en el que quedó suspendido por haber sido expulsado ante Brasil. En general, su actuación en el torneo fue buena, a pesar de que muchos lo criticaron por no haber hecho ningún gol, que era gran parte de su función. Pero como el mismo señaló en una entrevista: "en un mundial ultra defensivo como el del 62 los puntas de lanza fuimos muy perjudicados, ya que no teníamos espacio para desplegar nuestro juego". En todo caso la experiencia del mundial marcó la carrera de Landa, ya que después se le vio más maduro futbolísticamente, aunque sin perder nunca su impronta de jugador rebelde y con pinceladas de genialidad. Es que así era Honorino, un jugador de extremos, de repente hacía el gol más difícil y en la jugada siguiente erraba el más fácil, lo que llevaba al hincha a estados emocionales desequilibrados (pasión-decepción, admiración-molestia...).

A medida que transcurrió el tiempo su relación con Unión Española se fue agrietando cada vez más, hasta que en 1965 el hilo se rompió. Tras una serie de roces con los dirigentes anunció finalmente que dejaba la tienda hispana, su casa desde siempre. En ese minuto se habló de conversaciones avanzadas con Universidad de Chile, pero finalmente y en una operación relámpago Landa terminó firmando por Green Cross Temuco que tenía un proyecto bien ambicioso, de la mano de Gustavo Becker. Hay que pensar que Honorino estuvo todos los años 60 en los rankings de mejores delanteros, por lo que su partida golpeó fuerte a la tienda de Santa Laura. 

Buenas y Malas

Entre 1966 y 1968 Honorino Landa estuvo en Temuco defendiendo al nuevo Green Cross, ya que el antiguo club se había fusionado el año anterior con Temuco trasladándose definitivamente a las tierras del Ñielol. Esta experiencia sirvió mucho al "Nino", ya que lo descongestionó del mundanal ruido santiaguino y le permitió disfrutar más del fútbol. Si bien es cierto, fueron buenos años para él el equipo no anduvo como se quería, fundamentalmente porque gran parte del año debían entrenar en gimnasios por las inclemencias del tiempo en esa región (se hablaba de las rachas de Green Cross, ya que cuando mejoraba el clima el equipo remontaba en la tabla).

En ea época Landa siguió jugando en la selección, de hecho formó parte del plantel que clasificó al Mundial de Inglaterra 1966 y también integró el equipo que fue a la cita planetaria en Europa. En su segunda copa del mundo fue titular en los encuentros con Corea y la Unión Soviética, en los que a pesar de no haber podido convertir hizo buenos duelos, en compañía de Pedro Araya, Guillermo Yavar y Leonel Sánchez. Ese partido con los soviéticos sería, a la postre, el último de Honorino con la casaquilla roja, con la que sumó 34 partidos entre amistosos y oficiales. 

En 1968, la etapa temucana llega a su fin y Landa emprende regreso a Santiago, esta vez tentado por una jugosa oferta de Magallanes. Sin embargo la estadía en la "Academia" se trunca en el tercer partido, a raíz de una molesta lesión que lo tiene parado poco más de dos meses, Lo pasa mal Honorino en esos días, ya que se siente en deuda con su club, sobre todo por la costosa que fue su transferencia al cuadro albiceleste. Ya cuando regresa a las canchas Magallanes está pelando en la liguilla por no descender y su aporte no tiene mucha gravitación, aunque el equipo finalmente salva la categoría

En la temporada siguiente se produce el esperado retorno de Honorino Landa a Unión Española. El hijo pródigo vuelve a casa, después de años de exilo voluntario y con las ganas de volver a encontrar al Landa de antes. Sin embargo las lesiones que se arrastran del año anterior lo condenan a la irregularidad y se pierde gran parte de la temporada entre cuidados y recuperaciones. Juega apenas cinco partidos y sólo en dos muestra cabalmente sus capacidades. 

Entre 1970 y 1972 Landa vuelve a dejar la Unión Española para recalar primero en Deportes La Serena, donde colabora en una aceptable campaña en el Nacional B, y luego en Huachipato, en el que se queda más tiempo, impresionado por las comodidades y nivel institucional del club acerero. En la escuadra de la usina destaca sobre todo en el torneo 72, donde hizo grandes partidos, como aquel contra Colo Colo, en el duelo en que los albos levantaron la corona.  

Título y adiós al fútbol

Después de su segundo auto exilio Landa regresa a Unió Española, esta vez  solicitado por el nuevo entrenador, Luis Santibáñez. El siente que es el momento de reverdecer laureles en el club que lo vio nacer, por lo que se esfuerza por ponerse a punto, dejando atrás los tiempos de lesiones y rendimientos insatisfactorios. Y vaya que lo logra, ya que se consolida como titular en un gran equipo rojo, en el que figuraban nombres como Rogelio Farías, Guillermo Yavar, Hugo Berly y Jorge Toro, entre otros. En total vio minutos en 23 partidos y convirtió ocho goles, transformándose en el cuarto goleador del equipo (detrás de Yavar, González y Farías). Esta vez la Unión alcanza la gloria del título y Honorino grita por primera vez ¡Campéon!.. Es un festejo que lo celebra con toda su alma rebelde y juguetona, pero que también va cargado con la mesura que entrega la madurez y el camino recorrido. 

Al año siguiente Landa defiende los colores de Deportivo Aviación, que seria la ultima estación en su destacada carrera como jugador. Una que termina recordándolo por siempre como uno de los máximos artilleros de los campeonatos nacionales (cuarto, después de Esteban Paredes, Francisco Valdés y Pedro Gonzalez). Mas tarde, entre 1982 y 1983, es designado entrenador de Unión Española, que sería el capítulo final de su historia ligada al fútbol. 

Hoy la memoria de Honorino Landa sigue viva en Unión Española, ya que la galería sur del viejo Estadio Santa Laura lleva su nombre, un gesto noble para un jugador especial que paseó su talento rebelde y distinto por todas las canchas chilenas. HDF/ MisterPipa,
  
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