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Colección de Historias

La final trágica de Chile y Argentina en 1955

10/5/2016

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La expectación era gigante ese 30 de marzo de 1955, en Santiago, nadie quería perderse el partido final entre Chile y Argentina, por el Sudamericano de ese año. Ambas escuadras llegaban invictas con siete puntos, por lo que estaba la posibilidad real de ver a la Roja vencer por primera vez a los trasandinos, levantar una copa y ser los campeones del continente. La campaña de la selección había sido fenomenal (7 a 1 a Ecuador, 5-2 a Perú, empate a 2 con Uruguay; y un aplastante 5 a 0 a Paraguay), por lo que había mucha esperanza en que el equipo conducido por Luis Tirado y que tenía como figuras a Hormazábal, Robledo y Muñóz, alcanzara la máxima gloria deportiva.

Todo este escenario de inigualable ansiedad y expectativa fue alimentado por los principales medios de difusión de la época, que contribuyeron a exacerbar el clima de triunfalismo. Por eso no extrañó que casi tres mil personas se instalaran en las inmediaciones del Estadio Nacional, en la noche del día 29, con el objetivo de comprar, a primera hora, el boleto y así no quedar fuera de la esperada final. Familias completas en camiones, autos y hasta en carretas podían verse esa noche, las que guarecidas con mantas o chales, y acompañadas de café y algo de comer, pasaron las horas, hasta que llegó la luz de la mañana y pudieron acudir a las escasas ocho boleterías que daban a calle Maratón (increíblemente, se fijó la venta de entradas, sólo en el estadio, lo que fue otro grave error de los organizadores).  

Ya durante la mañana y tarde de ese jueves 30 esos tres mil fanáticos se habían convertido en más de 20 mil, que esperaban ansiosos, inquietos y tensos contras las rejas del coliseo ñuñoíno. Lamentablemente, las autoridades podrían haber advertido, en ese largo rato, antes de la apertura de puertas, que la situación podría descontrolarse y ponerse peligrosa. Recién a las 18 horas decidieron abrir las rejas y pocos minutos después sonó, por los parlantes, un desafortunado mensaje anunciando que las entradas disponibles eran menos de mil. Este lamentable hecho colmó la paciencia de una muchedumbre cansada de esperar, hambrienta y molesta, que no dudó entrar al estadio, a como diera lugar. Y la tragedia evitable se volvió una cruda realidad, ya que miles de personas empujando provocaron una arrolladora avalancha humana, donde muchos cayeron y los que venían atrás tropezaron sobre los primeros, dejando víctimas tendidas en el suelo pisoteadas y sangrando, sin que nadie se percatara de lo que estaba ocurriendo. El escuadrón montado de carabineros y el recién estrenado carro lanza agua intentaron, sin mucho éxito, contener a la multitud y el drama pudo haber sido dantesco si es que no hubiesen llegado rápidamente los bomberos, que tiraron agua con sus mangueras a los cientos que todavía se agolpaban intentando entrar, logrando que gran cantidad de personas se retiraran, ante la fuerza de los chorros.

Lamentablemente, siete personas perdieron la vida esa tarde en el Nacional y más de 150 quedaron heridas, con lesiones de diversa consideración, teniendo que ser trasladas a los diferentes hospitales de la capital. Pero increíblemente, al interior del recinto, la vida continuaba como si nada pasase, aunque corría el fuerte rumor, entre los más de 60 mil espectadores, de que afuera había centenares de muertos. Sin embargo, todo quedó en segundo plano con la entrada a la cancha de los seleccionados y el inicio del partido de definición.
Lo que pasó en la cancha, ya en el partido, consumó otro día negro para el fútbol chileno, ya que a pesar de un inicio prometedor, la Roja no repitió el rendimiento de partidos anteriores y no supo cómo hacer daño a los argentinos, comandados por el brillante Ángel Labruna. Y en el minuto 15 del segundo tiempo los trasandinos armaron la jugada que les dio el título. Pase profundo de Baley para Labruna, que envía un fuerte zapatazo, en dirección del arco defendido por Escutti, quien alcanza a rechazar el fuerte impacto, pero no impide que el rebote lo capitalice Michelli, que bate la valla chilena, con un tiro arrastrado, que se le metió junto al palo izquierdo al golero chileno. Hasta ahí llegó el sueño del título, habría que esperar otros 60 años para alcanzarlo.

Semanas después, tras una investigación oficial acerca de la tragedia, se pudo identificar como causas del accidente, la negligencia de la Asociación Central de Fútbol, que emitió más entradas que la capacidad total del estadio; el ineficiente sistema de venta de entradas; y los errores de las fuerzas policiales, para contener a las masas que ese día llegaron hasta el Nacional. Pero como tantas veces ocurre en Chile, el paso de las semanas y los meses fueron dejando en el olvido la tragedia, lo que ayudó a que no hubiese culpables ni indemnizados, y a que ningún monolito recuerde hoy a las siete personas que ese día murieron asfixiadas y pisoteadas. /HDF
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